jueves, 11 de junio de 2009

MÓNICA TARRAB


DESPUÉS DE TODO

Cubierto de tierra te pedí que no te fueras, Brenda. Me aferré a tu brazo durante una eternidad reducida a minutos, y alguien te arrancó de mí. Me desvanecí hasta que me asistieron. El mundo conocido me echó a patadas, y con sólo quince años tuve que reconstruirme. Hubo afectos y cuidados. Hay que esperar con mucha paciencia, eran las respuestas de los médicos.
El día y la noche me daban por igual. Cerraba los ojos, apretaba los párpados, y me divertía jugando con el calidoscopio fantástico de estrellas que inventé. Ponía como fondo la música que se me antojaba, y mi estado de ánimo creaba danzas impensadas. Diseñaba plumas de fuego incandescentes. Algunas veces, entre la desesperación y el hastío, dirigía coreografías apocalípticas. Entonces desbarataba el orden simétrico de la geometría. Los astros fabulosos chocaban y se esparcían desgranados .Los fragmentos se reunían en constelaciones nuevas, después de combates siderales.
Esa era toda la luz que tenía.
Me había prometido darte el beso postergado, el día que cumplieras quince. Hoy es, pensé aquella mañana frente al espejo mientras me afeitaba la barba incipiente.
Entonces la invitación, las bicicletas, el ascenso con esfuerzo, el sudor, la fantasía. Un sendero caprichoso y el abismo al costado. La vuelta es más fácil, decíamos, y nos reíamos de miedo y de ganas.
Los alerces y araucarias no filtraban los rayos púrpuras que apuntaban de frente, como un presagio de sangre. Pronto va a oscurecer, ya cumplí un año más, dijiste.
Fueron unos diez metros rodando hasta el peñasco que me detuvo. No te vayas, Brenda, logré balbucear cuando pudiste acercarte.
Si entraba una voz nueva a la habitación del hospital, yo jugaba a adivinar el color del guardapolvo, porque tenía los ojos vendados. Estaban mis amigos cuando llegaste, y creían que dormía. Decíselo vos, te pidió Lucho. Decile que está ciego. Las gasas absorbieron todas mis lágrimas. Permanecí inmóvil. Supe que el infierno puede ser frío y oscuro.

***

Estás a punto, me anunció el especialista. Te espero mañana a las ocho en el quirófano. En cuanto pude me aislé en el dormitorio, cerré los ojos y fui un cometa loco entre mis estrellas sosegadas.
Lucho me dijo que ya lo sabés, y vas a estar cuando salga de la operación. Que durante estos tres años sólo tuviste valor para llamarme por teléfono de vez en cuando.Fue mucho tiempo para haberte imaginado, Brenda; te forjé a mi gusto; también desarmé la geometría de tus pecas infantiles. Habían sido parte del cielo, antes de las tinieblas. No te descubriré cuando aparezcas. Te recordaré como mi primer amor, a quien nunca pude besar.

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