CONSEJOS
Ariel Félix Gualtieri
–¡Oiga!,
¿¡qué está haciendo!? –gritó el hombre dirigiéndose al otro.
–Usted
perdone –se disculpó el otro–. Es que no soy de este mundo y, aunque llegué
hace tiempo, todavía no he logrado adaptarme a algunas costumbres.
–Esta
bien, descuide –dijo el hombre con tono más amable, comprendiendo que se había
exaltado más de la cuenta–.. No me percaté que era de otro lugar, disculpe.
Ahora..., sin querer ser entrometido: ¿podría hacerle una pregunta?
El
otro asintió con la cabeza.
–¿Qué
ha venido a hacer a estos sinsentidos?
–Vine
a aprender. Admiro a los humanos y quiero parecerme a ustedes..
–¿En
serio? Bueno, en fin, no se preocupe: todos hemos cometido alguna locura…
–Aunque
usted no lo crea –comenzó a decir el otro sonriendo no son pocos los rasgos de
su especie que son bastante apreciados en otros sitios. De hecho, parecerse a
los humanos se está poniendo de moda en diferentes mundos.
–Que
triste...
–Llevo
aquí dos años –continuó–, y aunque adelanté bastante desde mi llegada, todavía
hay mucho que me falta aprender.
–¿Por
ejemplo? –preguntó el hombre con tono resignado.
–Bueno,
ya que lo pregunta, déjeme decirle que, aunque me esforzado por conseguirlo,
nunca llegué a sentir felicidad. Me encantaría poder hacerlo.
–¡Pero
eso no es nada difícil, mi amigo!
–¿En
serio?, ¿y cómo se logra?
–Es
muy sencillo: encuentre una mujer y enamórese de ella.
–¿Así
de simple?
–Así
de simple, yo mismo lo he experimentado y funciona maravillosamente.
–¡Muchas
gracias!, voy a probarlo.
–¿Algo
más?
–Bueno,
no quisiera abusarme de su amabilidad…
–Pregunte
amigo, pregunte sin miedo: por hoy seré su maestro hasta que alguno de los dos
se baje de este colectivo.
–Hay
otra cosa que tampoco he llegado a sentir –dijo el otro.
–¿De
qué se trata?
–El
sufrimiento: no lo conozco. ¿Sabría alguna forma de experimentarlo?
–Por
supuesto, compadre: encuentre una mujer y enamórese de ella.
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