miércoles, 20 de enero de 2010

ADRIÁN ESCUDERO


EL NIÑO DE BELÉN


..................."El Reino de Los Cielos pertenece a los que
............................. ..........son como niños" - Mt. 19,14.

Mi amigo, el Bioingeniero Domingo Calisse, un germano radicado en Argentina y experto en nanotecnología, era no sólo nuestro jefe de equipo por entonces, sino también un abuelo alborozado y alborotado cuando nos relató, perplejo y orgulloso a la vez, precisamente en la sala de embarque del Aeropuerto de Roma -en tanto ansiaba concluir ya su visita de trabajo a la región del Lazio y al Vaticano, para volar a su tierra natal y abrazarse con su pequeño nieto Franz- que, el inquieto niño, visitando con su padre Jorge -también Ingeniero pero argentino radicado en Alemania- hacia fines del año pasado y durante las fiestas navideñas, la nevada capilla de Belén del Barrio Lichtflendwest de Berlín, habría dicho después de visitar el florido Pesebre de la Natividad, entre sorprendido y alegre: "¡Yo también tengo dos!", mientras uno de sus pícaros y minúsculos dedos apuntaba a la cercana cuan augusta imagen del Sagrado Corazón de Jesús dando -con su mano derecha- la bendición urbe et orbi …
Todos reímos, festejando la aguda inocencia de ese niño creyente en un Señor de todo y para todos; excepto aquellos que, ensimismados o distraídos por el acorde (siempre) imperfecto de los sonajeros progresistas de la ciencia humana, no habían querido o podido conocer a Cristo todavía. Con el Misterio velándoles los ojos, nos gozábamos, intangibles, a su lado… En tanto ellos (aquellos) desconocían la profunda certeza de quien, desde el aire y desde el barro, dijera alguna vez: "Lo esencial es invisible a los ojos". Y dejamos de reír.Entonces ellos, aquellos, volvieron a mirarnos con los abiertos, muy abiertos, y se preguntaron y nos preguntaron la causa última de nuestra risa… Y descubrieron, perplejos, la ley del universo.

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