viernes, 8 de agosto de 2008

CORA STÁBILE


AQUELLA EXTRAÑA ESCENA

Hoy paseaba por el parque y lo vi, estaba sentado en un banco de madera.
Observaba ensimismado una hoja en blanco, de un block que sostenía con ambas manos sobre sus piernas.
No sé bien porqué, pero el adoquinado del piso me produjo una profunda tristeza y ni siquiera el verde intenso de la espesa vegetación lograba disipar ese sentimiento. Observé que frente a él se alzaba ... ¿qué era eso? ... una pared circular baja y sobre ella una estructura de hierro formada por siete triángulos unidos entre sí y que se juntaban arriba rematando en un pequeño círculo metálico.
Cada uno de ellos contenía un vidrio opaco que no permitía divisar el interior. Sentí que él estaba fantaseando sobre el mundo que pululaba allí abajo y yo, desde un sitio algo alejado, comencé a hacer lo mismo puesto que aquella tristeza ya se había disipado.
Conté los triángulos y eran siete, un número cabalístico que, aún ignorando el motivo, siempre me atrajo.
Siete son los Pecados Capitales, siete las Plagas de Egipto, siete las Maravillas del Mundo, los colores del Arco Iris, los días de la semana, las vidas de los gatos ... y también siete los enanos que acompañaban a Blanca Nieves.
Los imaginé caminando por allí abajo, esos diminutos seres retozaban felices alrededor de una bella joven que, estoy segura, era la Blanca Nieves de aquel lejano cuento infantil y fue entonces que lo decidí: ellos habían vencido a las plagas, no fueron presa de ninguno de los pecados capitales, admiraban y valoraban las siete Maravillas del Mundo, amaban a los gatos y disfrutaban del Arco Iris.
Mi ocasional vecino continuaba estático y sentí pena por él, ni siquiera había notado mi presencia, vaya a saber qué dolor corroía su alma.Mi tendencia al drama estaba a punto de aflorar, giré mi cabeza hacia la izquierda y observé un bello espacio con flores multicolores, mi cielo se despejó y decidí seguir mi camino.

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