...............A BOCAJARRO Y OTROS HIPERBREVES
A BOCAJARRO
-Quiero acabar contigo -dijo él-. Quiero acabar mis días contigo.
BUENAS NOCHES
Antes de irse a dormir, la mujer se hace ilusiones y relata en voz alta todos los sueños que le quedan por cumplir. Él tiene la cabeza en esos mismos sueños, pero a esas alturas, ya está roncándolos.
-Quiero acabar contigo -dijo él-. Quiero acabar mis días contigo.
BUENAS NOCHES
Antes de irse a dormir, la mujer se hace ilusiones y relata en voz alta todos los sueños que le quedan por cumplir. Él tiene la cabeza en esos mismos sueños, pero a esas alturas, ya está roncándolos.
CÁSTING
Ella tuvo que besar a muchos príncipes antes de encontrar a su sapo azul.
Ella tuvo que besar a muchos príncipes antes de encontrar a su sapo azul.
DESCONECTAR
Encendió la televisión para no verse a sí misma.
Encendió la televisión para no verse a sí misma.
EL SOL SALE POR EL ESTE
Aquella mañana, el optimista se levantó sin su pie izquierdo, como era habitual.
Aquella mañana, el optimista se levantó sin su pie izquierdo, como era habitual.
LA INSPIRACIÓN
El poeta quiso abrir la boca para decir "primavera" y de sus labios salió luz.
El poeta quiso abrir la boca para decir "primavera" y de sus labios salió luz.
QUÉ OSADÍA
La indecisa dudó. Se detuvo en el borde del camino. No sabía si girar a mano derecha o continuar hacia la izquierda. Después de mucho pensar, decidió no tomar ninguna decisión.
La indecisa dudó. Se detuvo en el borde del camino. No sabía si girar a mano derecha o continuar hacia la izquierda. Después de mucho pensar, decidió no tomar ninguna decisión.
LA MÚSICA
Sucedió bajo tierra, en las entrañas de Madrid. Él tocaba el violín y ella, la pandereta. Eran casi unos ancianos. Él tenía los dientes demasiado grandes y ella, una verruga en el labio superior, pero sonreían mucho. Tocaban todo el tiempo sonriendo, con entusiasmo, como si fuera la primera vez o como si acabaran de reencontrarse, aunque probablemente repetían la misma canción todos los días. Cuando terminaron, mientras esperaban a que se abriesen las puertas para bajar, ella tarareaba.
Sucedió bajo tierra, en las entrañas de Madrid. Él tocaba el violín y ella, la pandereta. Eran casi unos ancianos. Él tenía los dientes demasiado grandes y ella, una verruga en el labio superior, pero sonreían mucho. Tocaban todo el tiempo sonriendo, con entusiasmo, como si fuera la primera vez o como si acabaran de reencontrarse, aunque probablemente repetían la misma canción todos los días. Cuando terminaron, mientras esperaban a que se abriesen las puertas para bajar, ella tarareaba.
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