LA MEMORIA DE LO INTANGIBLE
Silenciosa como una sombra mi alma transita por las calles de Moreno. Entre prostitutas y jóvenes tomando cerveza en "otras"esquinas circula y nadie la ve ni la siente, ni siquiera como un susurro o una suave y casi imperceptible brisa. Nada. La nada es intangible y me he transformado en ella. Nada soy, nada tengo. Soy sólo el vacío caminando en medio de la noche. Quedan los recuerdos del pasado y sólo eso me da cierta sensación de corporeidad, de existencia pero sé que es falsa, que es un autoengaño y, sobre todo, que es efímera. Lo sé porque la memoria también se va yendo cada vez más rápido.
Ayer estuve en mi hogar y vi a mis seres queridos llorando mi ausencia. Hoy ya no puedo volver allí, ya no recuerdo el camino y los rostros, los nombres, el pasado compartido, todo se vuelve nada. ¿Habrán existido realmente alguna vez? ¿Habré tenido un hogar? ¿Existiré en la memoria de alguien?
Ya me cuesta precisar desde cuándo se fue mi alma del cuerpo. Miro los rostros de los que cruzo y no me ven y no me reconozco en ellos, no puedo diferenciarlos del animal recostado en la vereda, de la piedra caída a mis pies. Los rostros, los lugares, el cielo no me dicen nada.Comprendo que hace demasiado tiempo que no duermo y el temor me invade ¿Qué sucedería si cierro los ojos y no puedo despertar? Las luces en lo alto no me dicen nada ni este cuerpo mío que ya no puedo ver. El cansancio me vence. ¿Son dos o tres los días que llevo sin dormir? Ya no distingo los rostros, sólo siluetas que se transforman en manchas amarillas que indiferentes pasan a mi lado, manchas que no son nada para mí como yo no soy nada para ellas. Ya no tengo dudas, todo dentro de mí se está yendo. Ahora ellos son el susurro, la casi imperceptible y suave brisa. Esto no tiene más sentido. Ya no recuerdo porque no quería dormir. Respiro hondo (o creo que hago eso) y cierro los ojos con una sonrisa que nadie puede ver pero que adivino en mi rostro.
Ayer estuve en mi hogar y vi a mis seres queridos llorando mi ausencia. Hoy ya no puedo volver allí, ya no recuerdo el camino y los rostros, los nombres, el pasado compartido, todo se vuelve nada. ¿Habrán existido realmente alguna vez? ¿Habré tenido un hogar? ¿Existiré en la memoria de alguien?
Ya me cuesta precisar desde cuándo se fue mi alma del cuerpo. Miro los rostros de los que cruzo y no me ven y no me reconozco en ellos, no puedo diferenciarlos del animal recostado en la vereda, de la piedra caída a mis pies. Los rostros, los lugares, el cielo no me dicen nada.Comprendo que hace demasiado tiempo que no duermo y el temor me invade ¿Qué sucedería si cierro los ojos y no puedo despertar? Las luces en lo alto no me dicen nada ni este cuerpo mío que ya no puedo ver. El cansancio me vence. ¿Son dos o tres los días que llevo sin dormir? Ya no distingo los rostros, sólo siluetas que se transforman en manchas amarillas que indiferentes pasan a mi lado, manchas que no son nada para mí como yo no soy nada para ellas. Ya no tengo dudas, todo dentro de mí se está yendo. Ahora ellos son el susurro, la casi imperceptible y suave brisa. Esto no tiene más sentido. Ya no recuerdo porque no quería dormir. Respiro hondo (o creo que hago eso) y cierro los ojos con una sonrisa que nadie puede ver pero que adivino en mi rostro.
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