Asumo y resumo lo que me resta de vida.
Di, pedí, hasta rogué, creo que amé en algún momento.
Tomé todo lo que mi ambición deseaba fuera propio.
Repudié cuando el desinterés se aproximaba. Ofrendé mi vida al sórdido egoísmo de poseer sin medida. No existieron costos y cargos de conciencia.
Cae la tarde, solo mis pensamientos acompañan el ceñido resumen.
Ciego estuve siempre. No conocí amaneceres, ni siquiera la curiosidad de ver una mañana.
Solo el pequeño espejo delante, y mi cara reflejándose. Solo yo, siempre.
Hoy es el resto de mi vida.
Recostado en esta cama, blanca. Me acompaña el sonido de mi corazón, y un verde zig zag, que minuto a minuto, se va tornando imperfecto.
-Buenos Aires-
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