viernes, 3 de octubre de 2014

Mary Vicy




¡QUE LOS MAGOS LLEGUEN A TIEMPO!  Mary Vicy
Septiembre se anunciaba tibio y luminoso, los largos días del crudo invierno habían quedado atrás, las sendas de los carros se secaban lamidos por los rayos de sol, los insectos zumbaban a su alrededor como un séquito irreverente.-
El traqueteo de las ruedas aplastando montículos de barro repercutían dentro de los riñones de Doña Susana, poco acostumbrada a esa clase de transporte, aún así no lograban borrar de su rostro tanta felicidad. El viejo Teo la miró de reojo mientras azuzaba con las riendas al caballo para acelerar la marcha.
-La bolsas van aumentando – comentó eufórica - Pero falta mucho todavía – y recordó con nostalgia aquellos días mágicos de su niñez allá en La Pampa, cerca de General Pico.
Su vida  había transcurrido en el seno de una familia rural acostumbrada a respetar los ciclos de la naturaleza, las tareas del campo fueron moldeando su crecimiento y supo orar en el amanecer.
Los estudios terciarios la obligaron a trasladarse a Buenos Aires pero cada verano retornaba al terruño para pasar las Fiestas junto a sus afectos.
Y un día no volvió, un naciente amor la ancló en la gran ciudad y decidió que era hora de formar su propio nido.
La vocación por atender a niños con capacidades diferentes hizo que recalara en varias escuelas de barrios marginales y a pesar de los avatares propios de las crisis sociales, no bajó los brazos y continuó trabajando a la par de los otros maestros.
Ese año se habían propuesto realizar varios cambios incentivando a la gente a través del taller de la huerta y recordó risueña los sucedido varias semanas atrás.
-¡Presten atención! – la voz de Doña Susana se había elevado en medio del bullicio de sus alumnos sentados inquietos en sus bancos - ¿Qué les parece si nos adelantamos a la primavera?.
-¿Cómo? – los mas despiertos se habían echo eco de la curiosidad de Teco, el antónimo natural de todas sus propuestas.-
-Con un trozo de cartón vamos a armar un vaso mediano, el almácigo, lo rellenamos con tierra hasta la mitad, colocaremos dos semillas de las flores que mas nos gusten y luego las cubriremos con otro poco de tierra – para que la explicación se entendiera iba dibujando cada paso en el pizarrón –  Todos los días, antes de terminar la hora de clase las regaremos un poquito y cuando aparezcan los pimpollos, cada uno se llevará su macetita a casa. ¿Qué les parece?.
-¡Si! Si! – el entusiasmo corrió libre entre ellos, la cara de Teco demostraba todo lo contrario.-
-¡Eso no va a servir para nada! – la carita morena del pequeño resaltaba su desconfianza natural, la vida le había enseñada que ciertos sueños resultaban inútiles y mas de una vez se había sumado al grupo equivocado para rumiar tanta rabia.-
-Probemos... no cuesta nada – cuando la maestra intentó hacerle una caricia, él la esquivó molesto.-
-¡No joda Doña!. Es como esperar que los Magos lleguen a tiempo – y la miró desafiante.-

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