viernes, 3 de octubre de 2014

Fernanda López



Te miro  Fernanda López

Te miro. Te miro en silencio. Observo tus detalles. Te observo en tus detalles. Cada detalle. Me sonrío. Nos imagino juntos. Busco razones. Colecciono excusas. Pienso y te miro. Me silencio. Me enojo. Parezco alejarme. Sigo cerca tuyo. Te miro y no te hablo. ¿Por qué no te hablo? ¿Por qué nos callo? ¿Por qué? Porque… Creo saberlo, pero no quiero dar explicaciones, no puedo darlas. Quizás no hagan falta. Quizás nos entendamos sin hablar. Te miro. Otra vez te miro en silencio. ¿Por qué no me hablás? ¿Por qué nos callás? Me llamás. Pronunciás mi nombre. Mi nombre en tu boca. Mi nombre entre tus dedos. Renazco. Respondo. Tu nombre. Tu nombre que suena armoniosamente poderoso cuando se conjuga con el mío. Vos. Yo. Nosotros. Nuestros nombres. Sonreímos. Y de nuestras comisuras brotan cientos de formas diferentes de nombrarnos. Una palabra. Muchas palabras. Otra vez el silencio. Pero esta vez, el silencio es dulce, porque nuestras bocas claramente confundidas eligen no hablar para fundirse en un beso.

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