miércoles, 7 de julio de 2010

ALBA BASCOU


FAMILY FLOO

Lliana viajaba en una super camioneta rumbo a la entrevista que la asistente social había acordado, acompañada de dos abogados. Acostumbrada a las temperaturas del lugar y soportando ya, resignada, esa humedad que hacía que se sintiera una toalla mojada, apretaba a su último hijo de apenas ocho meses junto a su pecho. Por momentos, lo besaba con desesperación porque no estaba segura de lo que iba a hacer. Porque entre duda y duda, no la habían convencido. Se sentía, todavía mareada por los 45 minutos de avión, mirando las nubes de costado porque sintió miedo y sólo la divirtió el ruido de los motores que le traían recuerdos de los tigres.
Salió de Petén, pidiéndole permiso a su hombre y dejando a los otros seis hijos con sus vecinas, aquéllas que se quedaban porque las otras estaban metidas junto a sus parejas, trabajando, hachando en la selva. Hachazos que a veces por el cansancio y las fuerzas desvanecidas hacían que equivocaran las ramas y los troncos con algunos de sus brazos, o manos, o algún pie. No se contaba en ello, las picaduras de las víboras que algunas veces les permitían saborear su carne y usar su cuero, pero otras con su veneno las dejaban tiradas, por entre las malezas y morían o tenían la suerte de que le chuparan la herida y le hicieran unas cataplasmas con hojas de palma.
En la ciudad nueva, atemorizada por esos edificios y las bocinas de los ómnibus, el auto paró en la Municipio. Justo en su puerta, estaban esperándola. Indocumentada como era, en cinco minutos le cambiaron el nombre y le dieron una nueva identidad, la de la sobrina de la licenciada que los estaba atendiendo. Liana curioseaba la edad que le habían puesto. Tenía 26 años. Por ahí, pudo leer silabeando Julia Elizabeth. Y se puso contenta. Le pareció hermoso y pensó de dónde sacaba la gente que tenía plata esos nombres. Por ahí, había un vendedor de ellos...
Llegaron a un hotel importante como algunos de los que hay en su ciudad y los recibió amablemente una persona con un cartelito que decía Rigoberta Pérez, Relaciones Públicas leyó Lliana, esforzadamente, en voz alta, mientras aquélla se ponía incómoda por sus ojos clavados en el plástico. Yo la atenderé, le dijo, y le presentó a otra señora que llevaba como un casquito blanco en la cabeza, que tenía una sonrisa larga, instalada en la boca, y tomó al bebé. Ella, era rubia, rubia y de mirada clara, Increíble. La piel del hijo de Lliana contrastaba con ella y también sus ojos, porque Moisés los tenía negros, negros como la madera que cortábamos en la selva. Está bien, le comentó uno de los abogados, en un rato te llevaremos de vuelta al pago. Tengo sed, pudo decir Lliana. No hay problemas, está todo incluido. Los abogados, la niñera que contratamos, el hotel si hoy querés quedarte, el restaurante, el avión...Pero antes de subir al restaurante te vamos a mostrar la habitación que está en el quinto piso, que tiene un cartel que dice Family floor. Entró al ascensor donde se sentía asfixiada que se detuvo en el quinto piso. Allí, se leía lo que le habían dicho, pero no entendía qué quería decir. Eso sí, vio muchos caballos de madera como si fueran una calesita. Y cuando abrieron la puerta tenía un cama como nunca había visto, muy ancha, teléfono, cunita, microondas para calentarle la leche a Moisés, comida, cochecito, sillita para auto y en el baño enorme con ducha y cortina, una bañadera para nenes. Se impresionó.
Conmovida por todo lo que veía, después la llevaron al comedor del hotel, en la planta alta, mientras la señora, ésa que seguía teniendo en los brazos a la guagua, le decía si quería besarla. Ella lo abrazó llorando y le dejó la carita de asombro, mojada. Tomó un jugo y le ofrecieron molletes, tamales hasta bacalao a la vizcaína... No podía comer. Tenía aprisionado el estómago. Fue entonces que murmuró que quería salir un rato a tomar aire. Acá tenés aire acondicionado, le contestaron. No es mi aire, se atrevió a decir. Está bien. Volvé en un rato.
No volvió. Estuvo dando vueltas, esperó en una plaza hasta que se hizo de noche, escuchando la música de marimbas y flautas del lugar. Cuando regresó al hotel, la camioneta no estaba. Se habían ido. Cruzó a la vereda de enfrente para mirar hasta el primer piso del restaurante que estaba muy iluminado. Y a través de los ventanales abiertos lo vio. Estaba con aquella mujer, que después le habían dicho que era una nana, pero al lado había un hombre y una mujer, tan rubios como ella. Y reían, reían y se abrazaban y comían. Y en eso Moisés empezó a llorar, a gritar como nunca. Cualquiera se daba cuenta por los gestos que hacía y las manitos levantadas. Ella se acodó en un rinconcito haciéndose un bollo, como cuando uno era chiquito y el papá sacaba el cinto para pegarle cuando se había tomado un trago de más y la mamá gritaba no los toques a los chicos.. Esperó, No sé cuánto porque no tenía un reloj. No se movía. Un muchachazo, instalado en la puerta del hotel, vendía manteles, remeras, estatuas de San Simón con esa cara que tiene, de perfil maya, gris como yo, con el chambergo y el cigarro que se encendía. Al lado, una estampa grande de Ictzel a la que las mujeres rezan siempre cuando están preñadas y cuando les enseñan a usar el telar de cintura para que estén preparadas cuando nacen los críos.
Ya se había hecho de noche. Vi que la puerta grande se abría y el portero que la había estado lechuceando todo el tiempo, sonreía a una pareja que a su vez saludaba a la mujer del casquete blanco, la niñera, como despidiéndose. El hombre con una sonrisa enorme lo llevaba a Moisés de espaldas a su corazón, yo lo veía de frente. Su carita llorosa, con un trajecito nuevo muy blanco que le resaltaba la piel de la tribu y los ojos negrotes. Vi como Lliana daba un salto, dos no sé cuántos, como los tigres de mi selva Y se lo arrebató de los brazos y corrió, corrió, corrió perseguida por gritos, sirenas, bocinas, escuchándolas hasta que fueron diluyéndose.
Después de mucho tiempo se debió haber sentado en algún portal, fatigada. Los corazones de Moisés y el de ella, debieron parecer tambores. Él habrá dejado de llorar. Y seguro de que lo tendría contra su cuerpo, apretadito. Me daba la impresión que nunca más iba a dejarlo y tampoco escucharía las voces de los que venían al pueblo y nos querían convencer que con 300 dólares a cambio, podíamos educar a todos los otros hijos.
Debió seguir caminando. El nuevo día, habrá amanecido en otra plaza de las tantas que tiene la ciudad. Desde un puesto, un diarero gritaba denuncia, denuncia de un matrimonio yanqui por el pago de un bebé maya. Pagaron 38.000 dólares y se quedaron sin el bebé...El dinero lo repartían entre los abogados, el escribano, y la gente del hotel. Diario. Diario...
Volvió muy ingenua a la parada de colectivos, frente al hotel. Sacó de un bolsillo un boleto largo, de avión. Debía ser el de vuelta. Lo rompió en pedacitos y con los quetzales que había traído paró un colectivo con Moisés envuelto en la tela de colores de algodón que protege del frío y del calor y se acomodó en el último asiento. Cerró los ojos, se la veía agotada pero despierta. Era hora de que empezara a soñar con los senderos de la selva, las palmas y los matorrales, con los zancudos molestos, los monos araña siempre curiosos y las tortugas y los cocodrilos que toman baños de sol al borde del Río La Pasión.
Se me llenaron los ojos de lágrimas y casi se me cae la bandeja encima de una pareja que reclamaba el desayuno.
No la delaté. Al contrario, ese día me sentí feliz. Me fui hasta la habitación y estallé en carcajadas. Hoy, una de las mujeres de mi tribu había vencido al enemigo.
Al mismo tiempo, pensé, esta vez un chaval menos con el sello made in Guatemala entrará al país del Norte.

-Guatemala-

ALDO LUIS NOVELLI

ELLA A PESAR DE TODO

ella avanza
sin descanso ni sillas en el camino
ella va
atraviesa montes y llanuras
bajo soles incendiados y lunas heladas
y avanza
el poeta se detiene
afloja el ritmo
a veces se confunde
se sienta en la silla del poder
pero ella no transa
llega a la ciudad
camina por calles nocturnas
corre el último colectivo
mira la luna con una mujer ciega
habla con los mudos
juega con niños en el parque
ladra junto a un perro callejero
huele una rosa negra
y sigue
cruza las bocacalles sin mirar
la atropellan
la insultan
la quieren arrestar
pero ella sigue
entra en el alma de un suicida
y lo salva
sube a las alturas
habla con los dioses
y discute con Satanás
entra al cuerpo de un menesteroso
y bebe vino barato
se emborracha
y se droga
con los muchachos en la plaza
incendia gomas en la ruta
reclama paz y pan
pan y rosas
verdad y justicia
enfrenta la usura
al poder de los totalitarios
a torturadores y genocidas
no quiere circo
ni hueso
ni vino agrio
ella no se arrodilla
no se vende
grita sueños y libertad
hace amigos sin tiempo
compañeros entrañables
reclama lo imposible
cambia el mundo
lo destruye
y crea
un mundo nuevo
ríe y llora como un niño
como un hombre libre
como un sueño realizable
y sigue adelante
persigue utopías cabalgando unicornios
navega los siete mares de la tempestad
sobrevive
y sigue sin tiempo
para pausas tramposas
para habladurías vulgares
entra a los barriadas marginales
a los barrios abandonados a la mala del diablo
se interpone entre dos contrincantes
y le disparan a la cabeza
pero ella: la poesía
no se inmuta
solo sigue
debe llegar al final
de un camino sin fin
debe llegar a destino
a la salvación de todo hombre y mujer

debe llegar al amor fundamental.




REYES MAGOS

..................a mi hijo Manu

Cortamos un manojo de pasto verde
llenamos una lata con agua
y colocamos todo cerca de la puerta/
después nos sentamos a escribir la carta:
- ¿que le vas a pedir a los reyes?-
- justicia papá - me dijo
- no, pero eso es muy difícil -
- cómo, ¿no son magos? -
- sí, pero... -
- no me dijiste que pasan por el ojo de la cerradura
porque es más fácil eso/

a que un rico entre al reino de los cielos -
- tenés razón Manu, le pediremos justicia -
y cerré la carta con un "que así sea".

A la mañana siguiente
el padre de Carlitos
consiguió trabajo en la fábrica de papel.-



HUMOS

un grito de humos atraviesa el desierto del sur.
un pájaro tinto vuela incendiado
a contrasol.

con los ojos invadidos de roja arcilla
espero una mínima luz
bebiendo inagotables dioses en cada vaso.

como una huella fugaz
el viento deshace su cuerpo
en la arena de las bardas patagónicas.

hoy
el mundo se reduce a un bar
y un camino sin fin.





EL BORRACHO
.......................
a un poeta desconocido

bebía mi tercer cerveza en un bar de malamuerte
cuando se acercó arrastrando los pies
- ¿me daría unas monedas señor? –
- ¿y para que son amigo? –
- bueno, le aseguro que no son para comprar un litro de leche –
- bien, y dígame ¿qué hace usted de su vida? –
- beber ¿y usted señor? –
- yo…soy poeta…creo –
- ah, no está muy seguro, yo estoy seguro de ser borracho –
- de acuerdo y ¿qué hace un borracho cuando está sobrio para hacer de éste mundo perverso y absurdo un lugar mejor? –
- mire señor, yo no se muy bien la diferencia entre estar sobrio o borracho, pero de algo estoy seguro, los sobrios destruyeron el mundo –
- tiene razón amigo, el poeta es usted, tome este billete, pero con una condición, no lo vaya a gastar en leche -.


ANA MARÍA MANCEDA


EL LOCO DE LAS ESTRELLAS


Por primera vez en mi vida me siento mortal. Ahora viajo por la cornisa de mi destino presintiendo el abismo de la muerte ¡Yo, que creí estar cerca de Dios! Año tras año entre las paredes del laboratorio; fórmulas, telescopios, complejos sistemas computarizados. Las madrugadas nos sorprendían a Ricardo y a mí, analizando, discutiendo, filosofando sobre la extraordinaria energía que captábamos a millones de años-luz. Necesito contarlo, dejarlo escrito, porque lo que me ocurrió demuestra que el poder más asombroso que tiene el hombre es lograr gobernar su mente, irónicamente con mi cerebro tan trabajado no lo pude hacer. He comprobado que un linyera tiene más sabiduría y equilibrio para errar por este mundo que mi propia persona.
Hace seis meses mi colega y amigo murió, la ciencia tan avanzada no pudo con su enfermedad. El dolor que experimenté fue tan terrible que trataba de enmascararlo, evaluando de manera sistemática el poder de los virus, esas partículas que son un eslabón entre los seres vivos y lo inorgánico y de cómo pudieron vencer un cerebro tan evolucionado como el de Ricardo. En el momento que él murió sentí, el crak. Nosotros, hombres maduros, estábamos cerca de llegar a la comprobación de la Singularidad del Universo. Estos estudios nos elevaban a una claridad de pensamiento que rozaba la religiosidad, sentíamos que estábamos cerca del secreto de Dios. Luego, todo se derrumbó, fue nuestro propio Bing- Crasch.
Pasaron los meses, el trabajo quedó estancado, ya no podía seguir solo. Comencé a deambular por la ciudad. No sé por qué extraña razón evadía los lugares mundanos y glamorosos para internarme en las zonas más oscuras, insondables, miserables de la noche. Yo, que venía de un universo que brillaba desde el origen del todo, me arrastraba en la oscuridad total, pero a la vez sentía el impacto de algo nuevo, asombroso. Comencé a sentir el dolor y el placer de mi carne, a experimentar la sensualidad de la obscenidad. Me rebelé contra mi estilo de científico atildado y fui logrando cambios en mi aspecto antes de vagabundear por la zona prostibularia de la ciudad, hasta conseguir una verdadera metamorfosis. Mi mujer y mis hijos no notaron mi transformación, para ellos yo seguía hasta el amanecer con el rito de la investigación. Y, a mi manera, estaba descubriendo no el origen del universo, sino lo que pasa en la vida subterránea de nuestra sociedad.
Llegaba a mi hogar con un agotamiento total. Me dolían las piernas por los tacones altos, la cara me ardía de tanto fregarla para sacarme el maquillaje y el sentido de culpa por la vejación sexual comenzó a ser reemplazada por el placer. Perdí el temor al rechazo social y cada noche era un desafío, no quería ni justificarme ni culparme. Era dueño de mi vida, de mi destino. A veces, en soledad me preguntaba si no estaba en la búsqueda del desafío final, la muerte. Conocí el cinismo, la mentira, la abyección. Cuando el cansancio me vencía y un atisbo de angustia comenzaba a germinar, buscaba a mi nuevo amigo, el linyera y juntos recostados sobre el puente, paliando el frío de la noche con un té caliente al lado de una pequeña fogata, mirábamos las estrellas. Me admiraba su sapiencia empírica respecto al cosmos. Pude saber de bellezas y conocimientos que jamás hubiera sospechado. Pero estos momentos especiales terminaron a los pocos meses, mi amigo decidió seguir por otros caminos. No tengo más deseos de escribir, vacié mi existencia.
Con el tiempo Alberto desapareció, la búsqueda por parte de la familia fue angustiosa. El mundo científico quedó conmocionado. Mientras esto ocurría, los linyeras se reunían bajo el puente, como en congreso, para escuchar las historias del vagabundo sobre la amistad y las constelaciones. La harapienta comunidad lo llamaba “ El loco de las estrellas”
Un invierno muy crudo el vagabundo fue hallado muerto. Entre sus harapos sólo tenía un cuaderno con extraños relatos sobre la muerte de un tal Ricardo, datos del cosmos, apuntes sobres virus y una foto en la que se veían a dos científicos de espaldas mirando una gigantografía en la que se destacaban estrellas muy brillantes. Curiosamente, algunas constelaciones parecían figuras de ángeles mutilados.

-San Matín de los Andes-

SEBASTIÁN JORGI

BAJO LOS TECHOS DE LANÚS
.....(El Negro, de Salta y Pringles)
.............................................A Ramoñín y Tomasito Cabrero
.........................A los amigos de Pringles, entre Ferré y Salta

..........Estoy parado en la esquina de Salta y Arias y me acerco a la virgencita que está entronada a un costado de la plaza. Estoy solo porque no he podido ir el día 7 junto a mi hermano Antonio Petta, brazo fuerte de sustentación de esa virgen que apareció un día 7 de noviembre de no hace muchos años. Aparición que suele congregar a mucha gente. A muchos les digo que yo vivía exactamente a diez cuadras de allí, en Salta y Pringles, que nos íbamos caminando con los chicos a jugar a la pelota en ese potero siempre sucio, enfrente de la carbonería, de esa casa que aún hoy parece haber vencido al tiempo: de ladrillos de 1900, como un museo histórico que aún perdura. ¿Leandro Álvarez, te acordás? Dirigente de Lanús, vivía en esta esquina de Salta y Arias.
¿Y qué hago ahora allí? Más allá de rememorar los tiempos en que nos llegábamos con Tumino, Tito Bell y los del equipo del Estudiantes -donde funcionaba el Boxing liderado por Santos Zacarías- y donde don Félix Coluccio, el gran escritor, investigador de las costumbres argentinas y de Latinoamérica, tenía un cuerpo folklórico de baile. Nos llegábamos a jugar a la pelota, ya sea allí si éramos pocos o nos juntábamos con los que salían de las escuelas 18, 10 y 6, para armar un picado mangándole la cancha auxiliar al canchero de Lanús, a Subterráneo. Y qué hago aquí, en verdad, no lo sé a ciencia cierta: he sentido como una sensación, un tironazo desde la cancha…
Y de pronto me quedo sin recuerdos, en blanco, como transportado a un presente que a cada segundo es ya futuro, en una especie de nada y veo flamear a la bandera grande en toda su extensión que va cubriendo el cielo y que ya no es de color azul y blanco, esa bandera ya es granate, bien granate y en el medio están grabadas las caras de los jugadores, chiquito Bossio, Valeri, Pellettieri, entre todos los demás que no alcanzo a identificar de golpe. ¿Una visión? ¿La de Lanús Campeón? Y miro hacia atrás, hacia donde el fondo de la calle Salta, adivino mi esquina, la intersección con Pringles y la sensación se acrecienta y la esperanza se torna certidumbre: ¡Lanús Campeón! Mientras miro a la virgencita, que está quieta ahí, que sin embargo parece mirarme a medida que me traslado lateralmente y que si me doy vuelta, como ahora lo estoy mirando el fondo de la calle Salta hasta donde me alcanza la vista, la siento atrás, tironeándome. Como diciéndome, muchacho, quédate acá, no te muevas, lo que ves es la realidad futura, el equipo de Lanús saldrá campeón…sí si señores, yo soy del grana, porque este año, de Lanús Este, de Lanús Este, saldrá el nuevo campeón…
Ya no sé si tengo los ojos abiertos o cerrados, si el tiempo es el presente o si la dimensión es la de la virgen, si Ella con su voluntad acaricia mi deseo y me ha detenido para que goce de ese color granate lleno de historia, para que vea en este momento cruzar a Ramoñín y que se me acerca, me saluda, me da un abrazo y un beso, me dice:
- Hola Negrito, ¿cómo te va ? ¿ Y tu hermano ?
- Hola Ramoñín.
Me ha preguntado por mi hermanito, que es de su edad. Porque yo era amigo de su hermano, íbamos a la maestra particular Marrero, allí en Guido y Ferrer. Su hermano y yo somos de la misma edad. Y vivíamos a tres cuadras de distancia y jugábamos barrio contra barrio, el hermano la rompía, muchos le decían el manquito... La mamá de ellos solía pasar por la puerta de mi casa y saludaba a nuestra madre. Jugábamos generalmente en la esquina de Salta y Pringles, los desafíos, barrio contra barrio, hasta de noche, bajo la luz que repartía el foco roñoso de la esquina, bajo ese farol que era como una luna colgada cobijando nuestras almas pequeñas e inocentes de los doce o trece años…ganábamos o perdíamos, siempre nos saludábamos, aún encontrándonos en campeonatos jugando para clubes diferentes, esos clubes de barrio como el Círculo de Amigos o el Moreno, o el Guido o el Real, el Laprida o el Estudiantes….
Quiero preguntarle, ahora que él es el Director Técnico del club Atlético Lanús, si estamos para salir campeones, pero me callo la boca, sólo atino a felicitarlo como lleva el equipo, a preguntarle por su hermano.
-¿Qué hacés por acá, Negro?
-Paseando un poco, vine a visitar a mi primo Norberto y de paso se me ocurrió venir a caminar por acá, veníamos con los muchachos del club Moreno a jugar a la pelota enfrente de la carbonería, acá mismo…qué tiempos.
Le he mentido, una piadosa mentira. Estoy…
- Si, hacés bien, bueno, chau Negrito, me esperan en la cancha los muchachos.
- Buena suerte, Ramón.
Isa, a mantenerse mudo y nada de hablar del equipo, nos quedan cuatro partidos de locales y dos de visitantes. Isa, negrito, adelante con las ansias, las ganas enormes, la esperanza agrandada hasta lo máximo, porque ahora el cielo y los techos están como teñidos de granate. ¿Otra visión? Bajo los techos de Lanús es todo color grana, ese casi bordó que se acentúa en las almas de la gente…dale grana-…dale grana pero Isa, hermanito, me digo, tranqui…
Y si, tranqui, porque aún faltan seis partidos y la esperanza es sólo un aliciente, que el destino puede torcer, que el destino nos puede mezquinar. Y que con sólo una jugada mal cobrada por el referí o por un simple orsái imaginado por el línea, todo se puede derrumbar y los techos de Lanús caerse de golpe, todos al mismo tiempo. Pero miro a la virgencita, a Santa María del Espíritu Santo y otra vez el alma al cuerpo, basta de pálidas vecinas, dejemos atrás los recuerdos ingratos del 56 y plantemos la bandera de la ilusión bien firme, acá nomás, a un par de cuadras hasta llegar a la calle Guidi y entrar en el estadio granate, invadir las tribunas y convencernos de que el campeonato está en nuestras manos, mejor dicho, hermano hincha de Lanús, en los pies de esos muchachos ansiosos de alguna travesura en el área contraria y gol gool goool del Granate y otra vez la vida, otra vez el sueño…
No serán Fioravanti no Bernardino Veiga ni Ortega Moreno ni Lalo Pellicchiari , es posible que sean Víctor Hugo, o Vignolo, o Nelson -con algún comentario de Alejandro Apo o de Román Lluch- los que canten los goles granates y digan al final Lanús Campeón, por primera vez en la historia del profesionalismo, a lo que sumamos la obtención de la Conmebol en el 96. En aquel año obtuvimos en el apertura 37 puntos y en el clausura 34, con un total de 71 puntos: si hubiera sido el campeonato clásico los campeones seríamos nosotros, ya que River sumó 67, Gimnasia y Esgrima de La Plata 66 y Velez Sársfield 63. La totalidad del Apertura y el Clausura sumó entonces 71 puntos,si el campeonato hubiera sido entero al estilo clásico, Lanús Campeón…sí sí señores yo soy del grana si sí señores de corazón… porque este año de Lanús Este de Lanús Este saldrá el nuevo campeón…
Y de corazón me juego a todo o nada, bajo los techos de Lanús, custodiados por nubes color granate y al mirar hacia donde está la virgencita, me adelanto al gran acontecimiento de los primeros días de diciembre porque Lanús será una fiesta y toda la hinchada por las calles de Lanús hasta el restaurante de la sede del club o hasta Las Palmas o hasta el Rubí y cerveza va cerveza viene y marche una de muzza y media fina… allí estaremos Osvaldo Barrita y yo, Eduardo Boido, mis vecinos Alessi y Ravello, el Cacho, mi primo hermano Norberto Gorgi, papá y tíos desde el cielo ya granate, festejando el campeonato, en medio de las pitadas y de la caravana de autos que será interminable, la larga fila llegará hasta los fondos de Villa Mauricio, cruzará Villa Obrera y unos minutos más tarde todos estaremos sobre la Estación del Ferrocarril y del lado de Lanús Oeste … Lanús siempre Lanús…tu casaca me fascina…Todos en la caravana, alegres, cobijados bajo los techos de Lanús.

NOLO VASA KRER


COSAS DE LA ASTRONOMIA

El profesor Mike DeAncients dominaba el claustro con su voz impostada. También ayudaba su casi metro ochenta y cien kilos de peso. No debemos dejar de lado su calva reluciente.
En una de las últimas filas, allá arriba, yo lo escuchaba con suma atención dado que ese tema siempre me atrajo, a tal punto que me inscribí en este postgrado de radioastronomía.
Mike seguía con la introducción: “Ya estaban sentadas las bases del revolucionario crecimiento de la astronomía. En 1609 hizo una presentación que hoy llamaríamos show. Galileo había desarrollado su telescopio a tal punto que desde el Campanile de la Piazza San Marco se podía ver Murano, que estaba a dos kilómetros, como si sólo estuviera a trescientos metros. Adicionalmente, y gracias a la lente divergente que incorporó a los modelos anteriores, las imágenes estaban derechas y no invertidas.
Un jesuita alemán, de nombre Christopher Clavius, contemporáneo de Galileo, era su colega y su oponente. Realmente Christopher se destacaba más como matemático y gnomonicista. De hecho, el Papa Gregorio XIII propuso el calendario que hoy usamos gracias al trabajo que hiciera este matemático y que consistió en pasar del 4 de Octubre de 1582 al Jueves 15 para ajustar el calendario a la órbita solar.
Los astrónomos mencionados, y muchos más, intercambiaron correspondencia sobre el espectacular hallazgo de un nuevo sol en la Vía Láctea. Alrededor del 17 de Octubre de 1604 apareció ante sus ojos, mejor dicho ante sus telescopios, la que hoy llamamos Estrella de Kepler. Se trata se la supernova más cercana que se haya formado y de la que se tenga referencias. Durante 80 días permaneció en el firmamento para deleite de los observadores de los cielos. Con los conocimientos actuales podemos calcular que lo que se vio en ese momento había ocurrido realmente 13000 años atrás, ya que esa es la distancia en años luz que nos separa de la supernova.
Las nubes de materia en que se dispersó después de su explosión han podido fotografiarse con distintos equipos y la composición de esas imágenes hoy nos sorprende y conmueve”
La imagen quedó un momento en el frente del claustro y, a una indicación del profesor, las luces del recinto se atenuaron para ayudarnos a visualizarla. Solo faltaba una música sinfónica de fondo, tipo “Así hablaba Zaratustra”, para completar el efecto sobrecogedor.
Fue en ese momento, o quizás un minuto antes, que comencé a alejarme de allí. Seguía sentado en mi butaca pero ajeno a la disertación, aunque con la imagen de la Estrella de Kepler fija en la retina.
Escribir en primera persona dificulta la confesión. Cuando hablamos de “un amigo”, “él sentía”, “me contaron que un tipo”, la cosa parece más sencilla. Estoy dispuesto a correr este riesgo y decirles que estoy hablando de mí.
Soy yo quien estaba en ese banco de ese claustro, ese día en que se hablaba de la supernova.
Soy yo quien comenzó a confundir mi realidad con la clase magistral.
Mi mente bullía y resonaban preguntas: Soy una supernova? Me respondía: Alguna vez fui una estrella más de esta galaxia, ni más ni menos brillante que otra. También debo admitir que hoy soy el resultado de una explosión, de un pasado con final de colisión. Coincide…
Esto alentaba más cuestionamientos, pero ahora buscaba respuestas en vos: ¿Te habrás deslumbrado con un brillo momentáneo? ¿Que viste en mi que atrajo tu atención? ¿Como la Estrella de Kepler duraré en tu alma pocos días y terminaré en nube de colores?
Me di cuenta que toda esta tormenta de dudas era fruto de mi MIEDO.
Mi amor, mi delirio, mi pasión me tiene en ascuas con un terror escondido en las entrañas por un futuro sin futuro. ¿Será suficiente para vos este día a día que nos dio la oportunidad de amarnos? Hasta cuándo durará mi luz para que vos, mariposa, sigas sobrevolando con riesgo de quemarte?
Sigo demandándome aclaraciones que no podré contestar, corriendo el riesgo de que sigan retumbando hasta arrastrarme a la depresión, mientras veo la imagen proyectada, multicolor e impresionante.
No me di cuenta que la clase había terminado hasta que los murmullos y movimientos a mi alrededor me volvieron a la realidad. Ya no se proyectaba la imagen que se fue esfumando con las luces del recinto, al igual que mi turbación angustiosa.De pronto, repentinamente, quizás por efecto de la claridad que me rodeaba o porque mi alma se había sobrepuesto, supe que tenía la fuerza de reiluminarme para que me sigas amando. Comprendí lo trivial: vos me dabas esa energía! Yo brillaba y te atraía; y vos me dabas energía, y yo brillaba y mi luz te atraía; y vos estabas junto a mi y me dabas energía, y yo brillaba y te atraía, y… por miles de años luz.

PATRICIA NIRO

MI FAMILIA

Mi familia nació en Liniers. Nuestras raíces comenzaron a crecer aquí, desde mis abuelos. Parecería que el barco que lo trajo de Italia, lo depositó directamente en el lugar en donde iban a crecer "los Niro".
Mi abuelo, inmigrante italiano, llevaba en su corazón el himno socialista tan aferrado como el himno nacional argentino. Lo más glorioso era que en nuestro barrio había muchos italianos como él, que compartían sus mismos sentimientos.
Como corresponde a una buena familia "Tana", ninguno de sus hijos al casarse se alejó del barrio. Mis padres los más osados, se alejaron tres cuadras de la casa paterna. Allí nací, en la "Avenida Alpatacal", como siempre decía mi viejo con humor y cariño. Vale la pena decir que cuando crecí y daba la dirección a mis amigos, nadie había escuchado el nombre de mi pasaje que tenía apenas tres cuadras de longitud. Tres cuadras de veredas anchas, generosos árboles y un limonero
Hablar del barrio me remonta a mi niñez. Siento todavía el olor a tierra, cuando mi pasaje todavía no había sufrido el asfalto. Veo y me veo con amiguitos jugando a las escondidas, al patroncito de la vereda, a la mancha, a los pistoleros usando las zanjas como trincheras y levantando polvo con un galope simulado.
Recuerdo las grandes ventajas de tener un pasillo largo para ocupar las tardecitas de verano con mate y vecinos y las noches con gaseosa y guitarra leyendo poesías. Ese pasillo largo al que odiaba baldear, pero al que le agradecía profundamente proveerme de una canilla, con la cual casi tenía ganada la "batalla" en carnaval
Cuando crecí y me fui a estudiar a Caballito, sufrí "gastadas":
-Che, Patri ¿viniste en carreta?
-No, che, si a veinte cuadras nomás, tiene un colectivo que pasa cada media hora.
No dejo de reconocer que en alguna etapa de mi vida, mi barrio y mi tradición familiar, me pesaban. Fue muy difícil para mí cambiar mi escuela de barrio por el Normal de Caballito. El encuentro con vecinos y los saludos desde mi casa a la escuela, cambiaron por una cola de gente dormida, malhumorada y silenciosa que, entre apretujones y frenadas compartía conmigo parte del viaje.
Cuantas veces pensé: ¡qué bueno sería mudarse! Recitales, librerías, cines, por qué no manifestaciones (cuando se podía); todo estaba terriblemente alejado de Liniers. Definitivamente era una carga vivir ahí.
¿Acaso había algún vecino nuestro que viajara a Miami en vacaciones de invierno? ¿Acaso había en Caballito algún viejo "tano" que no permitiera volver de madrugada y que debía ser soportado como "chofer controlador?"
No, definitivamente, Liniers era un castigo. Cuando así se lo manifestaba a mi viejo, él decía:
-¡Cómo Liniers, no hay! -¿no viste? Pero, ¡si acá nunca se inunda!
A lo que mi abuelo, o mis tíos agregaban:
-Este barrio, ¡pero si es el mejor! Cuando yo vine de Italia, desde acá, desde esta vereda, se veía Rivadavia y mirá ahora ¡Cómo creció!
Este diálogo que yo había intentado iniciar, terminaba irremediablemente en una secuencia de relatos entre ellos; de cuando había llegado Juan al barrio, de las salidas de los "muchachos" (para mí jovatos); de los bailes de fin de año, de las peleas en los partidos de solteros contar casados, de las salidas en camioncito a la "Salada"...
Mi petición, no sólo era derrumbada, sino que actuaba como fuente inspiradora de recuerdos y relatos; en los cuales mi atención era requerida constantemente.
Sin embargo...
Mi pasaje extendió en mí muchas cuadras de raíces, que hoy diría se prolongan y quieren trascender en mis hijos. Algunas veces pienso el porqué, trato de clarificar en mí que fue lo que sucedió.
Tal vez un poco de nostalgia tanguera, escuchada a diario por mi vecino, Miguel, por mis tíos solterones desde lo más sutil de un saludo:
-¡Qué haces, piba!
Tal vez porque en esas tres cuadras crecí con mis afectos y aún hoy cuando muchos están ausentes, hay una huella, un árbol, una marca en la pared, un recuerdo que los mantiene vivos, hasta casi tangibles
Sí, hoy elegí, nunca dejaría Liniers; lo quiero como mi barrio, quiero que mis hijos se críen como chicos de barrio ¿Cómo hacer?
-Primero, poder mantener tiempo de diálogo compartido.
-Luego contarles hasta el cansancio que todos los veinticinco y primero de año, a dos cuadras de mi pasaje había para Liniers un acontecimiento de envergadura: el partido de solteros contar casados. Las calle se cortaban, todas las familias sacaban sus sillitas y preparaban así sus plateas
-Permitirles tener una mesa larga de discusiones y alegría en todos los acontecimientos familiares y mostrarles que en las fiestas no hay nada mejor que improvisar después de las doce una "mesa vecinal en la vereda"
-Llenar de real contenido a las palabras, como mi abuelo. Él me sentaba en sus rodillas y cantábamos a dúo el himno socialista en italiano, pero para mí nunca el canto era tan sentido y significativo como cuando lo veía a él trabajando con un compadre para llenar "la losa"
Probablemente algún día, el barrio y yo, "la vieja", les resultemos pesados, pero no puedo olvidarme de lo vivido y, casi seguramente, les conteste:
-Pero, y si Liniers es el mejor barrio! ¿No viste que nunca se inunda?

NACHO FERNÁNDEZ


UN SUEÑO CON VIOLINES


Ese día en Cerdido para muchos era un día más. Para el cartero tenía un sabor diferente, era su primer día de reparto. La gente lo recibía con entusiasmo. Él rompía su habitual frialdad derramando su alma en cada corazón que le ofrecían. Pero la historia del cartero tiene toda una vida de contenido.
Vino al mundo en una mañana de otoño cuando el sonido del gélido invierno se escuchaba al fondo en una aldea del norte de Galicia, en plena montaña, desde donde con un olfato fino se puede escuchar el sonido frío y bravío del Océano Atlántico en el horizonte. La aldea la llenaban de vida sus 500 habitantes, todos ellos de origen, menos Olga "la habanera".
Olga era la maestra del pueblo. Procedía de Ferrol, un bello lugar del norte de España cerca de donde el Océano Atlántico baila sus ultimas danzas y donde el Mar Cantábrico empieza a golpear con su fuerza bruta. Debía su apodo a las continuas historias que contaba de cuando su abuelo estuvo en la guerra de Cuba. Su llegada al pueblo vino después de recorrer una parte de su vida mutilada por las desgracias: con la orfandad recibiéndola con prontitud, y rematada por un embarazo no deseado producto del encuentro con un joven de noble cáscara pero podrido por dentro.
Olga decidió limpiar el moho que le tapaba su corazón con el aire puro que se respiraba en este lugar que los dioses definieron cuando hablaron de paraíso.
Y este aire puro fue el que recibió a Nacho, así se llamó el hijo de Olga. Eran las doce y cuarto del mediodía. En el pueblo el nacimiento de un nuevo ser espolvoreaba de felicidad a la gente, provocando un alborozo orballesco que hacía sumergirse a la oscuridad que había cubierto de pena el pasar de los días de esta novelesca estación. Las nieves que habían caído los días anteriores parecían no querer decir adiós en lo alto de la montaña como esperando saludar a Nacho, que justo a las doce y veintidós minutos comenzó a escribir la historia personal que para cada uno de nosotros es el tiempo que pasamos en esta vida.
La casa donde vivían Olga y Nacho era de piedra, quizá demasiado grande para dos cuerpos que la habitaban, quizá demasiado pequeña para dos almas que la llenaban. Bajo el frío que transpiraba la piedra que cubría la casa estaba el calor que derramaba el amor madre-hijo que Olga y Nacho transmitían.
Durante los primeros meses se dedicó a saltar, reír, jugar. No habló hasta más allá de los tres años, donde empezó a balbucear alguna que otra palabra, más que nada era un conjunto de letras inconexas. Se llegó a pensar que se iba a quedar mudo. Así lo decía Paco, "el partos", el curandero del pueblo; incluso Elvira, "la bruja", intento echarle alguno de sus conjuros para que el niño pudiera hablar. Elvira era odiada por todos los vecinos, pero al final todos acudían a ella. Decía que hablaba con la Virgen todas las noches, y que incluso se le apareció un día mientras daba de comer a sus caballos. Lo que esta claro es que todas "las brujerías" de Elvira nunca tuvieron resultado.
Cuando Nacho ya pudo hablar y caminar le gustaba mucho salir por las mañanas a recibir a Pepe a la puerta, hombre impenetrable de rostro quemado por el sol, esperando dar su paseo matinal en burro, cuya cuadra estaba adosada a la casa. El sonido del burro, junto con el de los pájaros y algún que otro gallo que había por la zona daban un carácter sinfónico a los despertares matinales. Al lado de Pepe, estaba su mujer, Inés, de ojos de luciérnaga y corazón de leona. Los dos, además del burro, tenían varias vacas. Recibían todas las noches la visita de Olga y Nacho en busca de la leche, el ordeño de las vacas era uno de los momentos más felices para Nacho.
Además de Pepe e Inés, nuestro protagonista disfrutaba de la gente que día a día pasaba por su casa. Así tenemos a Maruja, hermana de Inés, y Vicente, dos naturales del pueblo que emigraron a Suiza en busca de trabajo y que fueron los que por su vecindad en Ferrol con Olga le abrieron la puerta a este idílico destino. José Manuel y Lourdes eran los dos chicos más próximos en edad a Nacho, con los que aprovechaba éste para jugar desde que salía hasta que se ponía el sol: fútbol, baloncesto y su autentica debilidad, la bicicleta. De los golpes recibidos en ella recuerda el primero que le dejó mas de un mes sin poder moverse, y varios más sin poder jugar al ritmo de antes. Pero eso no le resto un ápice para perder la felicidad. Olga le enseñaba todos los días que la felicidad no te la da el poder saltar y jugar, la felicidad te la da el poder sentir, y el sentimiento esta en el corazón, y mientras uno tenga sano el corazón tiene que ser feliz. Ahí aprendió una gran lección.
La historia de su primera bicicleta lleva consigo algo especial para Nacho. La recibió como regalo de Ricardo, el cartero, dos semanas antes de que éste contrajera matrimonio con su madre cumpliendo uno de los sueños de Nacho, tener padre, el otro sería ser cartero. Nacho desde la primera vez que conoció a Ricardo con su uniforme gris y gorra de plato sintió algo especial, tal es así que Olga le hizo un traje igual que el de Ricardo para que lo acompañara al reparto cuando los estudios se lo permitieran.
Los tres formaron una familia muy unida. Su amor estaba sellado a fuego en el corazón de cada uno. De su caminar tienen recuerdos infinitos como el día que enseñaron a Nacho el mar. Fue en Cedeira, centro comercial de la comarca, que es la que perfuma a todos los pueblos de la zona del aroma enigmático, salvaje, alucinógeno que el océano deja tras sus aguas. Su contacto con el mar fue mágico, no abrió la boca, dejo que su corazón hablara por él, y es que el corazón habla con sentimientos no con palabras.
Ahí, donde pudo apreciar la inmensidad humana que ofrece el mar a quien le ofrece su cariño, conoció a Eloy, un chico argentino con alma de gaucho y corazón de cantante de tangos. Fue su primera relación, a los dos les gustaba contemplar el mar, pasaban horas hablando en silencio. La conexión se hizo cada vez mas fuerte. Los dos sabían, aun con la censura de la época, que encarcelar el amor era cubrir de lágrimas sus corazones, así que siguieron adelante con todo.
Con Eloy llenando de más amor a la familia, la casa se hacía cada vez más pequeña para los cuerpos que la habitaban, y no alcanzaba para las almas que la llenaban.
Pero ese nido de amor se rompió un día de Junio de 1974. Nacho no acompañó a su padre en el reparto para ir con Eloy y José Manuel a pescar para la fiesta de San Juan que iban a celebrar esa noche. Y de repente llegó la noticia, Ricardo había tenido un accidente. En ese momento las brisas de la montaña dejaron de soplar asustadas, el sol se oculto. Olga, Eloy y Nacho acudieron rápidamente al hospital donde recibieron la triste noticia. El luto cubrió al pueblo, las brisas salieron de su escondite para hacer sonar el réquiem por la ausencia, por la muerte.
A partir de ese momento la casa perdería un cuerpo pero no un alma, los ojos derramarían lágrimas, la piel transpiraría pena, pero el camino había que continuarlo y Ricardo ayudaría desde arriba para ello.Nacho había cumplido hacia ocho años el sueño de tener un padre, ahora iba cumplir su otro gran sueño, el de ser cartero. El día de su primer reparto fue muy emotivo, su madre le había planchado la ropa el día anterior, al igual que prepararle el desayuno, unos huevos con tocino, igual que el que le preparaba a Ricardo. Olga y Eloy lo acompañaron al coche, en el traje no le cabía todo el orgullo que llevaba. Antes de salir todos se abrazaron y lloraron, dentro de esas lágrimas derramadas también estaban las de Ricardo, posteriormente Nacho se perdió en el horizonte...

MARISA PRESTI


EL ALTAR DE LA INOCENCIA

Hace bolitas con las migas de pan que están sobre la mesa, inclinada sobre el ajado mantel de hule, suspendida en un tiempo indefinido, como si la vida que antes corría por sus venas se hubiera ido a dar un paseo. Me sentí impotente, ¿qué podía hacer por ella más que custodiarla? Evitar, tal vez, que llegara a la desesperación.
Se abrió la puerta y el ruido seco de las pisadas de un hombre robusto alertaron todo su cuerpo. Desgreñada, sus ojos enrojecidos apenas se divisaban entre los mechones de pelo. Al verlo, un inesperado vigor la hizo ponerse de pie, apoyándose contra la mesa.
Al verla parada, comprendí el horror por sus pocos años. No tendría más que diez u once. Delgadita como un junco joven, soportaba un embate que cada día la derribaba un poco más.
¿Qué hacés, pelusita? Voz ronca, desagradable; una suciedad que contamina todo el aire la hace retroceder aún más. El hombre larga una carcajada, se acerca y la toca. Toca mármol, toca roca, nada respira en ella. ¿Te volviste muda? Desaparece la sonrisa del rostro tosco, las cejas se arquean, desafiantes: ¿Hiciste la comida?
Asiente con la cabeza baja, sabe que debe ir a servirlo y se apresura a controlar el guiso que dejó a fuego bajo, como le enseñó su madre. Rueda una lágrima pequeña, imperceptible, por el rostro tempranamente envejecido. Mamá, ¿por qué te fuiste? Mamá, ¿cuándo vas a volver?
Un pequeño gorrión se posa en la ventana. La distrae por un segundo, un segundo para imaginar a su madre así, volando hacia ella. La ve regresar como el día que la vio partir, con el chal a cuadros enroscado en su cuello y el viejo abrigo negro de doble abotonadura. Siente su beso final, aquel que depositó en sus mejillas ásperas por el frío en medio de frazadas gastadas. Hija, no me olvides, pronto volveré a buscarte.
¡Para cuándo la comida! No sabe lo que es el odio, es demasiado tierna para saberlo, pero una efervescencia de bronca sube por su garganta mientras el cucharón sirve el guiso en el plato. Vuelca un poco, su mano tiembla.
Él roza sus nalgas cuando ella se acerca. A ver si engordás un poco este culo, dice riéndose. Hunde la cabeza en el plato y por un rato largo se escuchan groseros sorbidos, boca y lengua ávidas de comidas, dedos ansiosos que cortan pedazos de pan. Y por fin, el vino que deglute casi ahogándose.
Aterrorizada, espera lo peor. Sabe que él la está mirando como la última vez, cuando su aliento rancio se desparramó por su piel como fiebre pegajosa. Cuando las manos violentas partieron en dos su único vestido, antes del desmayo que la salvó del infierno.
Santa María madre de Dios...las palabras suenan sin sonido cuando él se levanta, bamboleante. Ruega por nosotros pecadores... cae la silla al suelo, se vuelca el resto de vino. El instinto sin razones del animal humano se tiñe de rojo, avanza enfurecido hacia ella y tropieza, de golpe, con la botella que detiene su paso. La cabeza parece estallar cuando choca contra el piso. Quedan los ojos fijos, abiertos con desvergüenza, mientras un hilo baboso se escapa de su boca.
Pobre mujer en envase de niña. Queda clavada a metros del cuerpo sin atreverse.Afuera, un perro lanza un aullido lastimero. Es la hora en que cae el sol y regresan los fantasmas.


PAPELITOS


- 14 al 18 de julio: V Encuentro Internacional de Escritores “Letrarte”, en el marco del XII Julio Cultural Universitario, en San Miguel de Tucumán (Argentina). letrarte_letrarte@yahoo.com.ar
- 15 al 17 de julio: IX Encuentro Poético Latinoamericano "Bicentenario de la Patria", en Santiago del Estero, Argentina. pettypoetasgo@hotmail.com
- 21 al 25 de julio: 7º Encuentro Nacional y 4º Internacional de Monólogos, La Tigra - Chaco 2010. Convocados por el grupo de Teatro “APUNTES” y la Municipalidad de La Tigra, Chaco (Argentina).www.aincrit.org


- Concurso de relatos eroticos “karma sensual6: no hay dos sin tres ”(2010). Enviar solamente por e-mail a: karmasensual6@gmail.com . Presentar el texto en el cuerpo del mensaje, firmado con seudónimo y, en archivo adjunto de Word, detallar los datos personales: nombre y apellido, dirección, país de procedencia y de residencia, número de teléfono, dirección de correo electrónico alternativo, página web personal o weblog y breve curriculum literario (no más de 5 líneas); agregando indefectiblemente una copia del Documento de Identidad. Fecha de cierre 15 de septiembre 2010. Seguramente habrá cosas que no he dejado en claro, pueden comunicarse conmigo ante cualquier duda, especificando el asunto, a: roldan.marta@gmail.com


- Biblioteca Popular y Centro Cultural Veladas de Estudio Después del Trabajo. Entre Ríos 731 (1870) Avellaneda- Pcia. de Buenos Aires Tel/ Fax: (011 ) 4 228- 3687. Email: Biblioteca @ yahoo.com.ar “Ganaremos por prepotencia de Trabajo” R. Arit. Convoca al Tercer Certamen de Cuento Breve y Poesía “VELADAS 2010”. Declarado de Interés Municipal -Dto. 1523 (Municipalidad de Avellaneda)