lunes, 6 de septiembre de 2010

MARÍA TERESA GIOVACHINI


MI AMOR, LLEGUÉ

Mi amor, ¿cómo estás? Le dijo Cecilia a Maxi, y salieron de la mano a recorrer la calle. Nada les gustaba mas que encontrarse así, luego del trajín de la oficina de él y de las ventas en el local de moda en que ella era una vendedora multifunción.
Nada les gustaba mas que perderse entre las callecitas angostas del centro y de reojo mirar vidrieras, regalarse una caricia, entregarse a un apasionado beso en una esquina cualquiera.
Charlaron mientras caminaban contándose su día.
Hoy no pude almorzar. El balance está atrasado y el jefe quería los papeles listos para firmar. ¿La hora de almorzar? Fue el momento en que tenía el local lleno de brasileros comprándose todo.
De reojo vieron ese barcito cómplice de sus largas miradas y encuentros. ¿Tomamos un café? Y sentados junto a la ventana ella rió a carcajadas con las ocurrencias de él. El tiempo pasó sin que Cecilia ni Maxi notaran su vuelo. ¿Vamos? Dijo ella. Y así iniciaron el retorno a casa con el monótono ritmo del subte como fondo.
El bajo en Agüero. Ella siguió hasta Ángel Gallardo.
Cuando Cecilia cruzó la puerta de su departamento dejó las llaves y anunció: "mi amor, llegué".

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