lunes, 6 de diciembre de 2010

JOSÉ MOLINA


EL BREBAJE

Todo comenzó con el pedido de Sucre al encargado del campo. El encargo, solicitado telefónicamente, consistía en que Estanislao se dirigiese a la cámara secreta a buscar aquel brebaje compuesto con un alto contenido de aceite. Había llegado el momento de sacar a la luz, ese invento que lo catapultaría a la fama y la riqueza.
El preparado, luego de ser patentado, sería exportado a diferentes lugares del mundo a través del laboratorio que se encargaría de hacerlo nacer para la comunidad mundial.
Don Estanislao, se dirigió al armario, coloco la llave forjada y la giro. La puerta se abrió y sacó la caja que contenía dentro el frasco con el líquido viscoso y lo llevo para ser embalado. Envuelto y colocado en una caja de madera con la inscripción "FRAGIL", lo llevó hasta la estación de trenes. Lo despachó como encomienda y se retiró a su casa a seguir con sus quehaceres.
En su hogar, dejó el sombrero en el perchero y se dirigió al teléfono. Marcó el número de su patrón y al reconocer la voz del otro lado, solo dijo, "lo suyo, en camino" y colgó.
Dos días más tarde, Sucre retiró la encomienda, la llevó al laboratorio y luego de largas horas de negociación dejó la caja. El cheque con una cifra abultada lo dejo más que satisfecho. Había conseguido lo que se propuso con su creación. Ahora podré comprar las tierras que alguna vez tuve que vender por haber caído en la bancarrota, pensó.
El brebaje se convirtió en un producto altamente rentable y sobre lo vendido cobraría una regalía todos los meses. La fórmula había dado sus frutos, el jarabe para eliminar el estrés y vivir más tranquilos.

No hay comentarios: