lunes, 6 de diciembre de 2010

CORA STÁBILE


ESA EXTRAÑA AMISTAD

Tal vez estaba cansado... cualquier ser humano más o menos normal lo estaría, la larga caminata diaria sobre un terreno tan escabroso e irregular había sido dura, pero Abelardo apretaba los dientes y seguía siempre adelante.
Ese temperamento firme, esas ganas, esa visión clara del futuro lo habían ayudado a vencer loa duros momentos a los que la vida lo fue enfrentando, pero cuando conoció a la pequeña Leticia sintió que llegaba la compensación, era una dulce niña de apenas 7 años que no había conocido a sus padres y fue criada por aquella abuela que actuaba de una manera brutal haciéndola responsable de la muerte de su adorada hija que había fallecido al dar a luz a la niña.
Leticia se había acostumbrado a jugar sola, hasta que un día pasó ese señor alto y delgado, de mirada clara y profunda que se conmovió al verla sentada en el umbral hablando con su muñeca negra.
Esto se repitió varias veces, hasta que el hombre se animó y entabló un diálogo con la chiquilla.
Esa extraña amistad se fue profundizando y los ojos de Leticia adquirieron un brillo nuevo y esperaba contenta a su amigo que un día llegó con un regalo, sí, le había llevado una pequeña gatita que la niña bautizó de inmediato con el nombre de Luna.
Varios días más tarde al repetirse el encuentro, Abelardo encontró a Leticia llorando ya que su gata había desaparecido, no la podía encontrar, por ese motivo el hombre partió rápido prometiéndole antes que volvería con Luna.
Caminó varias cuadras, lo animaba la seguridad de darle felicidad a su amiguita, hasta que llegó al parque que tantas veces había recorrido y gozado.
La sentía cerca pero no la veía, paseaba la mirada por todo el terreno, buscaba entre las flores, en cada cantero, pero no levantaba los ojos.
Luna había trepado a un árbol y parecía disfrutar mirando como el hombre caminaba de un lado a otro, hasta que levantó la vista y las miradas se cruzaron. Ella contenta bajó del árbol, saltó a los brazos de Abelardo, él sonrió acariciándola... y entonces volvió.

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