martes, 6 de diciembre de 2011

CRISTINA VILLANUEVA



EL AZAR Y EL DESEO

El jardín colmado de sorpresas, como la vida. Un infinito pequeño. El azar es una forma del deseo piensa, mientras ve plantas que algún viento llevó a un cruce singular. Así, en un cantero con flores, sucesos que seguramente se dieron en la noche, crece una planta hija de la que estaba en el extremo opuesto. Las razones botánicas, los placeres del intercambio, generan una riqueza inesperada. El otro verde, el tono distinto, no es rechazado como a veces sucede entre los humanos. La humedad, una música, la piel de unas hojas contra otras, dejan algún regalo para descubrir en la mañana. El café se adelanta en el perfume, una flor de un rosado masculino, como el de la langosta, avanza hacia otra, rosa, pequeña, femenina, abierta apenas en la espera. Los pájaros caminan sobre el pasto como sobre uno de los sueños del mar. Mientras el café desarma en la boca el jugo de sus granos de vida, las dos flores duermen su abrazo de amantes. En recortes, ventanas abiertas, espacios tejidos entre las ramas, aparece el cielo como las letras de un mensaje a descifrar.

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