martes, 28 de junio de 2016

Raquel Sevilla


Tres, el número equivocado Raquel Sevilla

El hombre caminaba solo por la ciudad después de guiar y controlar sus empresas, se lo reconocía por su particular andar, al pequeño saltito le seguía un gran paso, así recorría todos los días esa avenida que debía cruzar todos los días. Emiliano Arizu, era un comerciante conocido del lugar, en el barrio se comentaban varias historias sobre su origen.
Fernanda, era una mujer hermosa, alta, morocha que llego hace muchos años al barrio con dinero, mucho dinero y un bebe de días de nacido, compró la mejor casa, organizó su vida entre la crianza y educación de su hijo Emiliano y el coqueteo con los hombres de buena presencia y bolsillo abultado pasase cerca.
Emiliano creció sano, estudioso y trabajador. Mientras que él armaba su negocio con la ayuda monetaria de su nuevo padre, el dueño del banco, Fernanda se dedicaba a malcriar y despilfarrar la fortuna con sus tres nuevos hijos; Roberto, Sotero y Ambrosio.
Tenaz, emprendedor, de mal genio y ahorrativo, muy ahorrativo, Emiliano fue ganando canas y dinero. Al morir su padrastro se hizo cargo del Banco y las dos empresas propias o sea tres negocios, con estas responsabilidades también venía la familia, por lo que decidió poner orden en la organización del hogar y suspendió a su personal de servicio, la mucama, la cocinera y el chofer para obligar a sus hermanos y cuñadas a trabajar en las tareas domésticas.
Fernanda cansada de la quejas de sus tres hijos  y sus tres nueras pensó en solucionar el problema casando a Emiliano. Si se enamora y es feliz… suspiró Fernanda. Marcela era la candidata ideal, una chica de buena familia muy trabajadora… según los comentarios y recomendaciones de las vecinas. Las mismas vecinas que contaban historias sobre el origen del dinero y el primer hijo de Fernanda. Había tres historias; que Arizu era el apellido de ella, no del padre o sea madre soltera que abandonó al padre. Otra historia es que el dinero venía de un hombre casado, que para no hacerse cargo del niño la despachó a Buenos aires con una jugosa cantidad de dinero. También contaron  que se casó con un viejo millonario moribundo y que le endosó el niño y vaya a saber quién es el padre. 
Marcela conquistó a Emiliano con ayuda de toda la familia, el casamiento fue austero y la luna de miel muy económica en Chascomús, en una casa prestada y solio duró tres días. Al final su esposa era igual que el resto de la familia, se adaptó rápidamente a los vicios ya instalados. Tuvieron tres hijos, la ilusión de Emiliano era tener su primer hijo varón pero no fue así, nació Federica. El desconcierto fue tan grande que salió malhumorado a grandes zancadas por la casa y pisó un autito de juguete de sus sobrinos, que se encontraba en el pasillo. 
Tres, tres quebraduras fueron el resultado de tremenda caída, de ahí le quedó la renguera particular, que le daba un andar diferente.
Un día tres de marzo, tres del tres, cerró sus negocios a las tres y cruzó la avenida, abatido de cansancio, no miró y el colectivo de la línea tres lo atropelló.
El tres en su vida lo marcó, tres hermanos, tres empresas, tres hijos, tres quebraduras, tres, tres, tres.


La familia lo despide aliviada, ahora podrán contratar a los tres, la mucama, la cocinera y el chofer.

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