viernes, 2 de marzo de 2012

LUCIANA MAURO



SEÑALES

Esa mañana despertó y sintió su ausencia. Revisó la cocina, el living,  el cuarto de los chicos.
Busco alguna notita, aquella que suele dejarle cuando sale sin avisar.
No había rastros de ella en la casa.
La atmósfera había cambiado, su perfume ya no se olía por los recovecos de aquél hogar.
Intuitivamente fue hacia el placard.
La ropa no estaba, se quedó contemplando varios minutos aquel espacio vacío.
Comenzó a invadirlo un sentimiento de soledad que lo abrumaba. Pensó en los chicos, en sus hijos, en los de ambos.
Preparó el mate y cayó en la cuenta que no tenía con quien compartirlo. Tantos años juntos, imposible imaginar una vida sin ella.
Buscaba respuestas. Retrocedió en el tiempo. No hallaba motivos para esa terrible decisión. La culpó pensando en otro hombre, no se le ocurrió que el problema fuera él.
Una vez le había sido infiel, a pesar de amarla. La tentación fue irresistible. Supuso que jamás se enteraría, fueron apenas tres veces bien mentidas.
Últimamente hablaban poco, no pudo recordar la última charla.
Quiso vislumbrar algún indicio. Ese año había olvidado su cumpleaños pero ella lo absolvió de culpa y cargo con una sonrisa en su rostro. La sonrisa si la recordaba.
El aniversario, pasado por alto, no lo contó. Era moneda corriente, ella decía que no tenía importancia. Otras cosas hacían a la pareja. Otras cosas, ¿en esas había sido bueno? Aceptó que en este último tiempo había estado ausente. Ausente para ella.
Quiso volver a recordar la charla.
Dudó del amor, pero no justificaba el abandono. ¿El abandono de quién? No era lo suficientemente valiente para responderse.
Las diez de la mañana. Debía despertar a los chicos y alistarlos para ir a la escuela. Temía enfrentarlos.
Mientras le daba el beso de buenos días recordó por fin la última vez que charlaron. Una pelea. Salieron de su boca palabras que jamás debió pronunciar. Quedo tieso mientras los niños le repetían una y otra vez la misma pregunta ¿dónde está mamá?






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