miércoles, 2 de noviembre de 2011

OSVALDO PAMPÍN


¿PORQUÉ ME HACE ÉSTO?

¿Será posible? ¡Siempre igual! Si me quedé acá, fue porque estaba cansado. Manejé toda la noche y encima, voy a tener que ayudar en la descarga. Pintó torrar ¡reventado estoy! Y encima, ella se pone a gritar, como siempre. Es lo único que sabe ¡romperme las bolas! Yo tengo la culpa, por tratarla bien. Corte que le compré el lavarropas, el equipo de música, el sillón para mirar la tele todos juntos ¡hasta pinté la casilla! ¿Y para qué? Siempre chillando por algo, a veces, corte que lavo los platos para que no joda. Pero, últimamente, lo único que hace es gritarme. Con el otro no se hacía la loca; cuando se peleaban, la fajaba sin asco, la nena me lo contó. De mi no puede quejarse, yo no le pego nunca. Bah, uno o dos cachetazos, cuando se desubica, pero fueron dos o tres veces, nada. La nena dice, adelante de ella lo dice, que el padre era medio loco, se mamaba todos los días y les daba miedo a los tres. Así que ahora está mejor, tiene que estar contenta. ¿Porque me tiró con la plancha? ¿Y si me pegaba? Yo nunca le tiré con nada, una piña dolerá un poco, pero nada más. Con la plancha me podía lastimar ¿Me lo merezco yo? Con lo bueno que soy, con ella y con los chicos. ¿Qué pueden decir? El nene; papá me dice. Con la nena igual, siempre me ceba mate, me cuenta del colegio. Cuantas veces se los saqué de las manos a ella, que por cualquier cosa los quiere reventar. Y todavía tiene el coraje de decirme bestia a mí ¡y rasguñarme! Es una yegua, envidiosa, de mierda. Si está celosa porque los chicos me quieren más a mí, que los trate bien, que los vaya a ver cuando están en la cama, que les haga cosquillas, que les dé besos, pero no; ella con los chicos lo único que sabe hacer, es gritar. Con ellos y conmigo, que ya estoy repodrido ¿Y porqué la tengo que aguantar? Si hay como tres minas del barrio que me dan una bola bárbara. Y además las que me llaman en la ruta, aunque con esas lo que vale es tener guita y así cualquiera. A veces las subo porque ella en la cama; cuando quiere, todo sencillito y rapidito. ¡Un bofe! Y yo soy hombre, tengo derecho, hasta el pastor se lo dijo. Corte que ella tiene que decir siempre que sí. ¡Y ahí está! Yo no la obligo. Si no quiere; me doy vuelta y chau. No la cargoseo para nada. Y ella; dale con gritarme degenerado ¡Mirá si yo fuera como el Augusto que a la Nené la vende por veinte pesos! Y ojo con decir nada. Y bien que se la banca como una duquesa. Y ella todavía se queja, que esto, que lo otro, que lo de más allá, ¿Qué se piensa?, ¿Que yo soy de madera? Lo único que sabe es mirar la tele, y siempre las mismas boludeces, Tinelli, las novelas, los gordos de mierda. Todo el día con el televisor prendido, y la casa llena de mugre, la ropa a la miseria ¡Y la comida de porquería que hace! Yo en mi trabajo cumplo, y bien que me mato para que no les falte nada. Y no es chiste aguantar a la bosta del capataz, que me tomó como chofer y me hace cargar bolsas, y no puedo ni parar para echar un meo. Y me lo banco, porque no hay laburo, y si lo tengo; hay que cuidarlo. Gano bien, comemos bien. Me alcanza para que salgamos y todo. Así que no me quejo, no soy como ella, Siempre con bronca. No valora nada. No se da cuenta de lo que tiene. Hijo de puta me dijo. Me lo gritó en la cara; corte que yo reaccioné ¿Que quería? ¿Que se piensa? ¿Que tengo agua en las venas? Yo no la insulté nunca. A veces pintó alguna puteada, pero insultos así, nunca. Y yo estuve bien, se lo dije, le pedí que no me gritara, pero nada. Estaba desatada, loca ¿Y yo? Cómo un duque. Bueno, por lo menos hasta que me tiró la plancha, y eso fue mucho ¿quien se aguanta una cosa así?, Yo soy hombre, ¡qué joder!, ¿Y porqué tanto quilombo? La nena con once años y tan grandota como es, en cualquier momento la vacuna algún turrito. Conmigo está contenta; papi me dice. Y guarda que estuve bien delicado. La manoseé como un mes antes de clavármela. Y a la final, lloraba al pedo ¡si estaba caliente como una pava! Ni sintió nada, un poquito de sangre y nada más. Y nadie se enteró de nada. Al nene no lo toqué nunca, no soy ningún degenerado, ¡Tanto escándalo al pedo! Claro, el chico la vio tan loca que dale a gritar junto con ella, se enloqueció también. La nena; que lloraba mientras se ponía la ropa. Y la gorda que se me tiró encima y me rasguño todo. Y el mocoso desagradecido que me pegó en las bolas. Y la nena, que en vez de defenderme, me gritaba que me fuera. Y ahí vino el planchazo, ¡y estaba caliente! que cuando la agarré me quemé la mano.
A lo mejor me puse loco por la quemadura. Cuando quise acordar les pegaba a los tres con todas las ganas. Las cabezas se abrían como las granadas que traje la vez que fui a llevar una carga al Tigre. ¿Y ahora? ellos tirados ahí y la sangre por todo el piso. Y ese olor; dulzón, metálico, asqueroso. ¡Mirá qué hora es! Ya tendría que haber salido para el corralón. Lo primero es llegar temprano; al laburo hay que cuidarlo. Ninguno de los tres se va a mover de donde cayeron. Después; ya voy a ver que hago. Las cosas apuradas salen mal ¡Lastima la nena! Pero bué, hay tiempo. El mundo no se va a terminar esta tarde.

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