miércoles, 16 de marzo de 2016

Juana Rosa Schuster

SUMISIÓN  
Juana Rosa Schuster

Detiene un auto. Las mismas palabras de siempre.
El hombre acepta pagar la suma requerida.
Mientras llegan al hotel, ella piensa cómo pudo ser tan ingenua.
Creyó encontrar otro tipo de trabajo en Buenos Aires. Hasta que Rafael se acercó en la estación Constitución. Promesa de convertirse en niñera.
Arriban al lugar y van al cuarto aquél.
Da vuelta la foto que muestra a sus padres con ella cuando era pequeña. Vidas insinuadas en el silencio perpetuo de ese cartón lustroso.
Se desviste. El extraño le pregunta por las marcas.
-Soy muy torpe. Me golpeo con facilidad.
¿Qué importa si ese hombre le cree o no?
¿Para qué decirle que la primera vez, Rafael, la desfiguró con trompadas en el rostro y el cuerpo?
Si el cliente regresará a su casa, abrazará a la esposa y los hijos y hablará de ella con los amigos.
¿Qué interesa si mañana el destino comenzará otra vez a deshojar el almanaque de los días iguales?


El temor, una habitación precaria, un cigarrillo, la plata para Rafael, los tacones altos, la falda corta, insinuante… Las aspas del molino de viento girarán otra vez.

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