miércoles, 16 de marzo de 2016

Cora Stabile

Un adiós... ¿definitivo?  
Cora Stabile

Nuevamente la melancolía, esa que viaja conmigo a flor de piel, aparece cuando recorro con la vista el bar vacío.
Las sillas desordenadas aun mantienen el calor de los grupos de amigos que las ocupaban antes, las mesas con las tazas vacías que habían llegado mas de una vez llevando el café humeante y de buen olor.
Las escobas y los baldes preparados Aperando el momento de comenzar a danzar por todo el local descubriendo las baldosas hasta ahora tapadas por muchos desperdicios, tierra y papeles
Las caras cansadas y somnolientas de los muchachos que se encargan de limpiar hablan de las ganas de terminar el día y retirarse a descansar.
Se mezclan aun muy diferentes olores: el desinfectante que se ha mezclado en los baldes con agua y detergente para desengrasar las pisoteados baldosas.
Las puertas de los baños, ahora abiertas, dejan escapar un olor acido de los diversos artículos que fueron usados para limpiar
Pero aun quedaba una pareja sentada en la ultima mesita de ¡a izquierda y como se demoraban en salir los muchachos ya habían comenzado con la limpieza.
El habla mucho en voz muy baja y ella llora silenciosamente, no sueltan sus manos enrojecidas por la fuerza con que las aprisionan.


Por fin advierten la incomodidad reinante y deciden salir... lo hacen lentamente, llegan a la puerta, se miran, se besan apasionadamente y, luego, cada uno parte tomando distintos caminos.

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