viernes, 13 de abril de 2012

ALICIA CHILIFONI


AQUELLA VALIJA

En la vida hay valijas … y valijas.
"La maleta en la cama preparando tu viaje, un boleto de ida y en el alma coraje…" cantaba Julio Iglesias. Y así fue mi valija, la que más gravitó. Las de hoy, son de ida y vuelta: descanso, visita, reunión con amigos, con los que quedaron allá donde preparé aquélla que fue la valija. La que acompañó la aventura de irme a la Patagonia, pensando en trabajar un par de años, hacerme de un capitalito, y volver.
Me mentiste, dijo mi madre. Dijiste que volverías.
No la engañé. Tal era mi propósito, pero el cambio me abrió la cabeza a una realidad desconocida, insospechada. Supe que hacía falta gente en los confines de la Patria, y supe también que la Patria no termina en el hito que materializa la línea de puntos del mapa.
Supe que vivir en una aldea apartada no quita derechos. Que menor cantidad de habitantes no implica menor calidad de servicios.
Y entonces ya no volví, sino con valijas de ida y vuelta, vacacionando. Porque ya en aquel entonces, cuando todavía no me daba cuenta de que no tendría cómo volver, porque no quería volver, había colgado en la pared el poema de Rabindranath Tagore "Servir", que me sigue, y me seguirá acompañando siempre:

Yo dormía, y soñaba
que la vida era alegría.
Desperté, y vi
que la vida era servicio.
Yo serví, y vi
que el servicio era alegría.

Sin saberlo, había empezado a dejarme llevar por la vida a golpes de corazonadas. Sin saberlo, había deshecho la valija junto a las nieves eternas, para no volverla a hacer. Pese a que me fui convirtiendo en nómade, los embalajes para los cambios de destino nunca se etiquetaron con la dirección de aquel punto de partida, tan lejano en el tiempo y la distancia, que fue como el arco disparador de una flecha que se perdió de vista, con valija incluida.
En la tensión de la cuerda de aquel arco estaba la resultante de todas las energías acumuladas en mí a través de los años vividos, de las experiencias, las enseñanzas, los desengaños. Sobre todo había en ella una pulsión de libertad amaneciéndome desde muy adentro, y en la que seguramente mi madre, que nunca preparó una valija en su vida, tuvo mucho que ver, aunque no lo supiera.

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