jueves, 5 de agosto de 2010

MARISA PRESTI


..............SABORES

El azúcar de tu corazón se fue tamizando con indiferencia hasta abofetearme con el sabor agrio del limón maduro. Yo no quise beberlo, mi paladar ansiaba las frescas frutillas de tu boca, como antes, cuando mezclábamos los elixires del amor en el fuego siempre encendido de la pasión y los vapores nublaban nuestros sentidos.
Nos amasamos juntos, de a poco, con las manos tímidas primero, temerosos de arruinar esa textura suave de los cuerpos nuevos, que no se conocen pero se intuyen. Y los dedos se volvieron sabios, apretaron con fuerza, extendieron la masa de sexo una y otra vez sobre la horizontalidad de la cama. Tu levadura se fue desprendiendo sin darme cuenta; engrandeció mi deseo y extendió tus cavernas hasta perderme en apetitos. Probamos las mejores recetas, inventamos otras, nos batimos en melazas hasta disolvernos en un universo glaseado, mientras mi almíbar te coronaba de goces.
Fuiste la fruta que nunca había probado, de pulpa jugosa y cáscara liviana, que en la manada de tu pelo rojo encendió mi lengua con papilas nuevas. No eras ajena a las temperaturas que encendimos, condimentaste al extremo tus placeres con azafranes y canelas para enloquecer mi instinto.
Se que nos comimos mutuamente, por meses no hubo alimento más que nuestros cuerpos sedientos fundiéndose al calor. Un día, mi paladar se violentó al no encontrarte, hurgué con mi lengua buscando los gustos de mi deseo, pero sólo tuve la decepción de un sabor insípido que parecía invadirte. Desde ese momento te noté distinta, perdieron redondeces tus pechos de manzana; tus ojos empezaron a mirarme como uvas secas, sin luz. Y la pimienta de tu voz se convirtió en soja. Entre tus piernas creció una tisana virginal que puso una barrera entre tu ingle y la mía, suave pero sólida, resistió todos mis embates.
Lloré lágrimas de vinagres viejos, escondido a tu presencia. Indagué en libros centenarios el origen de tus males en noches de insomnio, consulté curanderas y adivinas, pero el hambre de tenerte crecía tanto como el vacío de respuestas. Hubo otros labios de guindas maduras que quisieron reemplazarte, pero el ayuno de mi alma fue más fuerte que las nueces y los mariscos.
Volví a tu fuego apagado con la certeza de una pequeña esperanza. Te unté con mantecas ardientes, te calenté bajo las brasas de mis versos, derramé licores hindúes entre tu boca entreabierta. Y fue en ese momento cuando cantó el pájaro de ajenjo, el que solía ser testigo mudo de nuestros amores. Te miré, y esquivaste la mirada. Los trinos eran amargamente tristes, colándose en mi corazón desvariado hasta fundirlo en un grito.
Mezclé todo en el bool. de mi memoria, sacudí como pude los cascotes del olvido hasta pulverizarlos, agregué un poco de cilantro y unas gotas de sudor, y pude comprender el canto. El que vos también comprendías, callando.
La receta era fácil, pero amarga. Con dolor, obedecí la revelación que me había sido concedida. Te levanté en brazos; no me costó mucho doblar tus brazos y tus piernas, te habías consumido como las salsas sobre el fuego. Acomodé tu cabeza con amor y sobre tu última mirada abrí la puerta del freezer.

3 comentarios:

Jose Ramon Santana Vazquez dijo...

...traigo
sangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...


desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ


TE SIGO TU BLOG




CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...


AFECTUOSAMENTE
REDES DE PAPEL

ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE CACHORRO, FANTASMA DE LA OPERA, BLADE RUUNER Y CHOCOLATE.

José
Ramón...

natalia_sara_48@hotmail.com dijo...

Me resultó muy agradable la lectura de este texto, muy tierno y llevadero........

Geni (Maria Eugenia) dijo...

Encontre la puerta abierta
y me he colado en tu casa,
me han enamorado tus letras
con la dulzura que emanan
volveré a visitarte
cuando escribas otra entrada.
Besitos hasta pronto.