jueves, 7 de mayo de 2009

ADRIAN ESCUDERO


SECRETOS AL VUELO (o Teoría del Poder en Clave de Lennon)

A los Beatles y su revolución estética. En especial, a mi hija Rocío Carolina, versátil cantautora de rock-pop, quien me reveló un día (como coautora) los Secretos al Vuelo que la hacen, como un ángel de luz, como una estrella sideral, brillar, y brillar..., para un mundo de ciegos, brillar...
Ahora, le he preguntado a John cómo definiría, sintéticamente, su Teoría del Poder en este Mundo…
Me ha dicho: "Sencillo, Paul: Todos tienen algo que ocultar, excepto Yo y mi Mono".
Y ambos reímos.
Después vino lo serio.
Tuve en cuenta, para ello, la frase de Edgar Jackson, que dice: "Lo que importa no es lo que la vida te hace, sino lo que tú haces con lo que la vida te hace"...
Entonces, le he preguntado nuevamente a John si su respuesta ha sido una verdadera Hipótesis Científica o un mero, pero no por tal, insignificante, Acertijo Comportamental...
En este último caso, le he pedido una respuesta o develación pues he quedado inquieto, desconcertado ante sus posibles alcances o connotaciones.
Me ha dicho: "Querido, Paul: si tomas a mi Hipótesis como un Acertijo, te diría como respuesta al mismo y parafraseando a futuro a un Poeta Barcelonés, que, para el hombre recto, 'nunca es triste la verdad; lo que no tiene es remedio'; pero, para el necio, 'siempre es triste la verdad; porque no tiene remedio"... ¿Comprendes?".
Y he vuelto ha quedar boquiabierto.
"Pero si la consideras una auténtica Hipótesis Científica (Sociológica u Organizacional, como lo expresaría nuestro común amigo Ringo, Master en Dirección de Tambores de la Facultad de Ciencias Musicales de la Universidad de Liverpool), podría demostrártela ilustrándote al respecto con un ejemplo real".
Le dije que sí. Que lo hiciera.
Y me contó entonces una historia de directores y gerentes, de abusos de autoridad, y de empleados postergados y frustrados, y de cómo alguna vez -como mínimo- "todos" tendremos que vivir ya en familia, trabajo o vecindad, los cuarenta días del Cristo en el desierto para responder, como El, sobre el uso que hemos darle, finalmente, ... al Poder.
Dominio o Servicio: he ahí la cuestión.
Después me ha dicho: "Y ahora, Paul. Olvidemos nuestras juntas y peleas en torno a la Banda. Recordemos por un momento que, desde nuestros ancestros, hemos formado parte de la imperialista burocracia darwiniana que maneja al Mundo. Somos ingleses. Pero podríamos haber sido latinos dominados hoy por los yankis del norte (hijos nuestros y del rigor). Entonces... Universalicemos Paul. Universalicemos... Pero seamos como D'Artagnan y sus tres mosqueteros. Uno para todos y todos para Uno. Porque lo que el mundo necesitará será amor"...
Sí. John había pronosticado la Globalización que sobrevolaba en esos días, pero que terminaría, en su contracara, materializándose duramente 30 años después de nuestro intoxicado lirismo hippie.
(...).
En fin: ¿Y Ud., qué optaría en mi lugar? ¿Dominio o Servicio? Porque "todos" tienen algo que ocultar, excepto Yo y mi Mono (y Radio Pasillo Local de Frecuencia Modulada, las 24 horas de día, no miente; y, lo que se oculte,...: alguna vez, alguna vez, saldrá a la luz). Y la luz será candil para el justo y fuego para el necio. Y ni siquiera lo que la Globalización oculte dejará de amanecer para oprobio u orgullo de los hombres...
"¿Paul?"
"¿Sí?"
"No insistas. Déjalos ser. Nosotros, toquemos juntos otra vez"…
… Y tocaron, y grabaron sobre un mística terraza londinense, estos inéditos e inaudibles: SECRETOS AL VUELO...
Ahora me he fascinado con los versos del viento, y el perfume de su alma inquieta:
"Qué dulce es el aroma del recuerdo / en la oscuridad / le contemplaba hipnotizada. / Era tu voz de duende, / fresca sonrisa de pino silvestre, / la que me alzaba en éxtasis hacia paisajes encantados / pleno de libertad y ensueños, /mientras jugaba con la brisa / a atrapar su vuelo / ensayando, agrietando secretos y misterios / que, en mis sueños, sólo yo develo. / Oh, sutil aroma de lágrimas, desvarío / que acongoja pensamientos y muerde espejos de soledad y ausencia. / Dios me cuida / de soltar la pasión enardecida y esbelta /pero cruel como perpetua prisión de ocultos deseos. / Caricias sin fin / enredadas en la luna clara, / con un sol semioculto en tus párpados brillantes / aclarando entre risas de enero / la densa nostalgia de un adiós sin regreso. / Sí, la penetrante noticia que detuvo mis días / se va dejando un sabor amargo / sabor de tuna que roba / la única esperanza de que seamos / dos en la tiniebla...".
/ con un sol semioculto en tus párpados brillantes / aclarando entre risas de enero / la densa nostalgia de un adiós sin regreso. / Sí, la penetrante noticia que detuvo mis días / se va dejando un sabor amargo / sabor de tuna que roba / la única esperanza de que seamos / dos en la tiniebla...".
Y he dejado en mis quince años envejecidos, un pañuelo, una muerte y una mirada vacía recorriendo tumbas apócrifas y solitarias.
Don Claudio ya no estará. ¿Para qué sirve entonces retener el influjo de mi primer poema, amanecido en sus manos el día en que comprometimos nuestro espíritu?
… y alcancé a conocer tras el velo que la cubría, y a observar a aquella señora elegante y de modales finos, cuando depositaba una flor en la pulcra lápida de un pequeño rectángulo del espacial verdor del camposanto, con sabor de tuna, y ensayar un lanzamiento olímpico hacia el recipiente de residuos más cercano, colgando de magistral tiro aquel poema vuelto estrujo redondo como su luna clara...
Lo retuve un momento entre mis difusas manos. Y luego de leerlo, lo dejé caer con su aroma de recuerdo, en la oscuridad aquella de un tacho hipnotizado, soñando en éxtasis con paisajes encantados, pero mordiendo espejos de soledad y ausencia, sin cuidarme -no hacía falta- del influjo de su pasión enardecida rumbo a una prisión sin escape de deseos fatuos; no habría quien deseara, menos yo, Don Claudio atormentado y cetrino ya en su tumba agonizante, recobrar la penetrante noticia que detuvo mis días: la verdad, una sola; ella, ya no me quería...
(...)
"¿Paul?"
“¿Sí?"
"¿Salió bien?"
"¡Claro que sí! Me hubiera gustado escribirla yo!"
"Bueno, Paul; entonces, toquémosla juntos otra vez"…

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