miércoles, 4 de marzo de 2009

STELLA MARIS TABORO


RONDANDO LA QUEBRADA

Justo cuando la luna y el sol estaban en conjunción, recorrió como un sagaz tigre que recorre la selva al Pucará, que devoró parte de la ladera para brotar en vergeles y alimentos determinados por la altura en sus infinitos modos.
La pachamama resurgía en el viento de las quenas que asombraban a las escasas aves besando el cielo. Quizás bajaban a los escalones de la fortaleza, la magia embrujada de la chicha ensangrentada por el conquistador.
Tal vez desde el Río Grande llegaban las llamas y se echaban, adorando al sol esquivo de la Puna, junto a los parapetos donde un coya prestaba al paisaje el colorido de su poncho. No recordaba la primera vez que estuvo allí, ni siquiera titilaban dentro de ella los recuerdos placenteros del pasado, con aquel sol cobrizo y el viento marcando con fuerza a los nativos que nacían para adorar al inti y morir en el vientre de la pacha mama dentro de un hueco vientre de alfarería .
Los hilos de agua que bajaban cansados y débiles, cantaban leyendas milenarias y supersticiones con letras de rituales ancestrales
Casi un sincretismo perfecto, casi sobrenatural, ribeteados por los antiguos andenes de cultivo en esas alturas, que sólo mascando coca soportaban.
Justo allí cuando la luna y el sol en conjunción estaba, se retiró muy lejos el alma de aquella vajilla rota que vio romper el sueño de una cultura milenaria, esa cultura que quiso recorrerla una vez más en el viento de la puna que descendía por el Pucará de Tilcara.


Publicado en la revista digital La iguana

3 comentarios:

Analía Pascaner dijo...

Buen texto, querida Stella, sentido, profundo, apuntando a las raíces.
Un abrazo
Analía

Avesdelcielo dijo...

Artesana de la palabra, con este relato amasaste una historia conmovedera. Felicitaciones, Stella.
MARITA RAGOZZA

Maria Rosa dijo...

Como siempre, tus letras son una pincelada armoniosa a los ancestros de nuestra tierra.
Bellisimobesos
María Rosa