jueves, 4 de diciembre de 2008

RICARDO ALLIEVI


LA LUZ DE TU MIRADA

Dos miradas.
Bastó que en ese lugar oscuro y de misterio, te adivinara acercándote a la barra para tomar algo. Bastó solamente que encontrara tu contorno insinuado.
Alcanzó sentarnos en dos butacas casi juntas en el mostrador. Pero fue apenas adivinarnos mutuamente en la penumbra del espacio.
Fue un "pleno" cruzar nuestras miradas con insistencia para vernos mejor.
No pude ver el color de tus ojos. No supe si eran marrones. Tampoco si eran azules o verdes; pero sí que me impactaban.
Con las luces celestes y el humo denso de los cigarrillos del lugar, más que el color de tus ojos, me sacudió la intensidad de la mirada.
Tus ojos no fueron un descanso pasajero, reminiscencias de madera de caoba, cielos intensos o campos tranquilos; sino de movilización y desasosiego.
Un hechizo desestabilizante y enriquecedor porque quedó prendado de tu mirada, en contemplación de deleite y éxtasis.
Persistí mirándote de soslayo, adivinándolos para definirlos.
Me levanté, me acerqué y me pegué de espalda a la barra, mirándote de frente con el despliegue de mis ganas y el aborde creciente y desbordado.
Recién entonces, tus ojos y tu mirada se hicieron luz y los vi. Fue como un calor intenso, un fuego arrebatador. Sentí que me incendiaba y me quemaba en una llama de pasión, cuando los cerraste y volviste a abrir, iluminándolos con un "¡Hola!", correspondiendo a mi insistente y desesperada contemplación embelesada.

1 comentario:

S .M.T dijo...

te in vito a ver
la luz de tu mirada aqui

http://lluzdelalma.blogspot.com/