jueves, 4 de diciembre de 2008

GABRIEL BRENNER


FIN DE SEMANA

Osvaldo estaba tentado de invitar a una compañera del curso de Historia Argentina. Pensó que tomarían un café en camino de regreso a sus casas y le propondría ir a pasar un fin de semana en Montevideo. Sabía que se arriesgaba haciendo la invitación teniendo en cuenta la forma cariñosa y familiar con que lo trataba, además las alusiones al contacto físico sin disimulo.
Se hablan conocido en este cursillo y se sentaron juntos, siempre estaban de gran conversación, que comenzaba disintiendo con el tema que se estaban tratando y terminaban contándose cosas personales. A veces hablan en viva voz, otras cuchicheaban, gastándose bromas
Osvaldo se levantó de su asiento, mientras hacían un resumen de la clase que el profesor había explicado y Le dio a entender al mismo que se iba al baño. Mientras se dirigía al lugar, pensaba "Le voy a decir que vayamos a tomar un café, quiero saber si realmente hay algo entre nosotros. Me tiene muy interesado, me gusta mucho y creo que corre buena onda entre los dos. Quiero invitarla a pasar un par de días juntos. ¿Y si ella no sentimos lo mismo? ¿Me estaré arriesgando al fracaso? ¿No me estaré apurando? ¿Qué haré si me llega a decir que no? No, mejor que no piense así, porque me va a faltar coraje para proponer el viaje. ¿No me convendría esperar un poco y tratar de sonsacarle haciendo una broma sobre el asunto, a ver como reaccionaría? ¿Qué dilema ... Por otro lado, si no lo intento me quedará la duda de no aprovechar la oportunidad. ¿Y si se lo presento como una pregunta de cómo lo tomaría? ¿Irías conmigo a Montevideo? Y según la cara que pone, darle un color de broma, o chiste, qué sé yo.
Salieron de la clase y él le propuso ir a cenar. Entraron al restaurante tomados de la mano. Se sentaron, ordenaron los platos y el infaltable vino. Ella hablaba y hablaba, Osvaldo escuchaba. Ella contaba cosas de su trabajo y por lo visto tenía mucho para decir. Terminaron de cenar, salieron y él la acompañó hasta donde habla dejado su coche. Mientras la toma del brazo le hizo la pregunta del millón ¿Vos vendrías a pasar juntos un par de días en Montevideo? Ella se sorprendió, y le contestó: Puede ser ¿Cuándo iríamos? Comenzaron a barajar fechas y él le dijo que debería hablar con la agencia de viajes para saber por las disponibilidades. ¡Ah, bueno, después elegimos! Llegaron hasta el coche, ella abrió la puerta, se dio vuelta y frente a frente, se abrazaron despidiéndose con un beso.
A la noche siguiente, ella lo llamó, pero antes Osvaldo había dejado un mensaje diciéndole que ya tenla las fechas. El galán atendió contento, pero se le hiela la sonrisa cuando ella le dice que no va a poder ir, porque al comentarlo con su novio, a éste no le pareció correcto.¿De donde habla salido este novio que nunca mencionó? ¿Habla llegado a su casa y lo consultó con la almohada? ¿El novio existía? ¿ 0 lo pensó mejor y se asustó? Después de todo era una tierna mujer, separada y con una hija veinteañera, a quién no podía dejar sola. No, no, el novio tenía razón. Y además ¿para qué estaba él. ¿No es cierto?

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