jueves, 4 de diciembre de 2008

CARLOS MARGIOTTA


LA NAVIDAD ES LA INFANCIA

La navidad es la infancia, es una mesa grande con mis padres jóvenes y mis hermanos, mis abuelos inmigrantes, mis tíos y mis primos.
Recuerdo que esperaba diciembre con la incertidumbre de un pibe que espera que sus anhelos se cumplan. Terminaban las clases y comenzaban las vacaciones. Las fiestas se estiraban hasta el 6 de enero y podía escribirle una carta a Papá Noel pidiéndole un regalo o visitar personalmente a los Reyes Magos en Gath y Chaves, con el mismo fin. Tenía suerte, siempre recibía el juguete que había elegido frente a la vidriera de la juguetería de la avenida Independencia, tomado de la mano de mamá.
La noche del veinticuatro los abuelos paternos nos esperaban en la casita de Florida con chimenea y todo. Allí se juntaba la familia grande de los tanos tan queridos. Éramos inocentes, no conocíamos todavía el mal ni la televisión, y creíamos en la palabra de los mayores. En la mesa larga, agregada con tablones y caballetes, nadie empezaba a comer hasta que Tatón, mi abuelo, daba la orden inclinando la cabeza. Los chicos aprendíamos el ritual y pedíamos permiso para levantarnos después del postre. Nos íbamos a jugar a la vereda con los pibes vecinos para olvidarnos de la hora de los regalos. Y a las doce, con la sirena de los bomberos volvíamos a la casa donde algún tío gordo aparecía vestido de rojo y con barba de algodón descargando una bolsa inmensa con paquetes multicolores que sacaba uno por uno, nombrándonos.
Los adultos esperaban el brindis para reparar alguna culpa y abrazarse con la copa en la mano con un gesto de reconciliación, mientras en el patio empezaba el baile de los mayores. En el fondo de la casa, que daba a un baldío, nosotros disparábamos cañitas voladoras apuntándole a la luna que nos miraba quieta con una sonrisa. A Carmencita le daba miedo los estampidos de los cohetes y se apretaba contra mi pecho.
Entonces la navidad era como un cuento fantástico donde el protagonista era un niño. Hablaba acerca de un nacimiento en un pesebre de Belén donde arribaban Tres Reyes de Oriente con sus ofrendas, persiguiendo una estrella a través del desierto. El niño era hijo Dios, nacido de una madre virgen llamada María y de un carpintero llamado José. Dios que había elegido ese modesto lugar entre los humildes, en una remota colonia del Imperio Romano, para liberarnos.
La navidad nos habla de la esperanza, de la buenaventura, de la alegría, del triunfo del bien sobre el mal, de un mensaje de amor revolucionario.
Los diciembres de hoy no se parecen en nada. Ya no marcan un fin ni un principio, sino la continuidad en el poder de otros dioses: los del mercado, los del individualismo, los de la imagen, los del miedo.
Los nuevos dioses nos han querido enseñar que es más importante el tener que el ser, que el yo está por sobre el nosotros, que el amor es tan fugaz... es una curda nada mas. Y en el medio de una crisis financiera mundial donde todo se derrumba, nos dicen que hay que salvar a los ricos.
Ahora, que ya no creo en los cuentos de hadas, la Navidad seguirá siendo aquél recuerdo junto a los humildes, el de los sueños que se cumplen, el de la llama de la esperanza, el de la lucha apasionada por un mundo mejor, el de la fe en el ser humano. Por eso mi deseo para todos en el año que pronto comienza es de tener trabajo, una mejor educación, una buena salud pública, y justicia igualitaria para todos.
Quizá parezca mucho pedir y no se ajuste a la realidad, pero igual seguiré apoyando mi dedo índice sobre la vidriera de la juguetería de la avenida Independencia, señalándole a mamá el regalo preferido. ¿Por que no ?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

CARLOS: FIESTAS ERAN LAS DE ANTES, CON LA FAMILIA, EL AMOR, EL REPETO Y TODAS LAS ILUSIONES!!!!!
UN ABRAZO DE NORMA

Anónimo dijo...

Carlos ¡¡¡¡sensacional!!! porque no retrotrae a la época maravillo- sa de aquellas fantasias, de la inocencia, de la candidez, de los pantalones cortos,de esos tiempos que jamas volveran, que tanto ex- trañamos.Y ahora cierro mis ojos y aparecn esos cuadros oníricos con
aquellos que ya no están...pero
están, con las compañias de la ba- rra de la esquina, de la pelota de trapo..y no quiero abrirlos para ver la realidad
Gracias, carlos

Virginia Edit Perrone. dijo...

Por aquí anduve Carlos, visitándote, más allá de las Navidades y de los días presentes o por venir, en este presente imperfecto perfecto que es tu pasión por la Palabra.
Lumbre, fueguito de entibiar que sostiene. Esta bellamente loca devoción Palabradora.
Y a quién le importan estos desvelos.
Sé que compartimos estos desvelos.
Te dejo mi beso.
Virginia.