jueves, 10 de enero de 2008

CRISTINA NOGUERA




CORAZA

Esta piel tan gastada
por obstinados errores,
cubre las cicatrices
como una coraza.

Esta piel algo áspera
por tormentas vividas,
es la funda tibia
que protege el alma.

Esta piel tan helada
por transcurridas muertes,
que el tiempo llevó
como rocas en la correntada.

Esta piel que tapiza
las heridas que duelen,
con sedosas sedas
y brocatos brillantes.

Pobre piel tan surcada
por profundas arrugas,
que la implacable mutación
del calendario ha marcado.

Esta armadura lustrosa
es nuestra piel perfumada
y de hienas muy feroces
nos protege, nos protege.

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