sábado, 22 de septiembre de 2018

Teresa Godoy



Un niño me inspira  
Teresa Godoy

Todo empezó en el túnel. Era un oscuro pasadizo. Gracias a la tecnología, tenía mi teléfono móvil, que aún le quedaba carga. Al iluminar con su linterna, se vislumbraron ases de luces de colores que se cruzaban. Parecía todo cubierto de alarmas. Pero ¿por qué alarmas aquí? Y ¿qué significarían los distintos colores? Me quedo observando y analizando, cada color y qué dirección tomaba cada uno. Los amarillos estaban a la altura de mi cabeza, los rojos por mi  pecho y los verdes cerca de mis pies.  ¿Cuáles serán los que se pueden tocar o atravesar? ¿Habrá que hacer algún cálculo? Las matemáticas no son mi fuerte, por lo tanto busco otra alternativa. Hay muchas personas esperando, pero tampoco pasan. Algunas tienen algo en la mano, parecen paraguas cerrados… Mejor pregunto a alguno, sí, a uno que no tiene paraguas en la mano, como yo, pero me contesta que no tiene ni idea de lo que sucede, ni de qué se trata. Parece que los que no tienen paraguas, ninguno sabe nada. Me dirijo a otro:  -Señor ¿por qué tiene ese paraguas en la mano? -Disculpe, no es un paraguas es una sombrilla. Si usted se la merece, le van a dar una al final del túnel. -¿Cómo sé si me la merezco? - Si sortea los obstáculos de las luces correctamente,  describiendo cada as de luz, su color y de acuerdo al lugar dónde le toca en la parte de su cuerpo y su significado es válido, pasa al final del túnel. -¡Es como un acertijo! Viene conmigo un niño como de ocho años y le pregunto a él, los chicos tienen respuestas insólitas. Pero, sólo me dice: responde bien el acertijo, porque yo sé qué hay del otro lado. ¿Qué hay? Le pregunto. No señora, sólo cumple con el acertijo. Bueno, pienso y pienso: El amarillo me representa la luz y da en mi cabeza, diría que: Mi cerebro está iluminado por la luz de la Sabiduría, mi pecho, dónde está mi corazón con uno rojo representa al Amor y los verdes a mis pies, por lo tanto, diría que debo tener la Esperanza que voy por buen camino. -Perfecto me dice el señor de la sombrilla y llegamos al final de ese pasadizo oscuro. Ahí nos dieron las sombrillas, porque según este niño, las necesitábamos para el otro lado del túnel, porque allí hay una hermosa playa con mucho sol, en realidad: es un bello paraíso.

       


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