viernes, 19 de febrero de 2016

Juana Schuster

  CARTA DE UN PADRE  
Juana Schuster

                                                                                                            Buenos Aires, 29/7/2000
Querido hijo:
Hoy es un día en que los corazones lloran. Llueve tanto en mi alma que pierdo de vista los bordes de la huerta: Se suicidó René Gerónimo Favaloro.
Cuando me visitaste en la fundación, no pudimos hablar mucho porque tu vuelo partía esa misma noche.
Pero Fabián, hay momentos que llegan para quedarse. Eso pasó con el querido Dr. Favaloro, quien me operó.
Quiero que sepas que era un hombre sencillo, valoraba la naturaleza y se quedaba perplejo ante una puesta de sol.
Aún cuando hubo nevado sobre su cabeza, recordaba a su abuela Cesárea, una viejecita analfabeta que le hablaba sobre los jacarandaes y los cocuyos.
René me contó que leyó 30 libros sobre Artigas, a quien admiraba.
Supe también que daba consejos a través de la televisión para que se reduzca el consumo de grasas, era enemigo de la vida sedentaria y persuadía a todos para que disminuyan el consumo de tabaco.
¿Sabés, Fabián? Al detectar mi problema cardiovascular, le dije que mis ingresos no me permitían pagar un bypass. Puso una mano sobre mi hombro y me dijo: -No le cobraré honorarios.
¿Qué pasó? Te preguntarás. Éste es mi punto de vista. Él que prefirió quedarse en la Argentina, ese ser único y querible, cuyo nombre está en la cátedra de medicina de la Universidad de Tel Aviv. Nuestro doctor perseverante que creó el bypass, el filántropo que ayudó en el pueblo desértico de Jacinto Aráuz, La Pampa, durante 12 años, solicitó ayuda monetaria y no recibió respuesta.
¿Te digo algo más, hijo mío? Me comentaron que en Aráuz enseñó a la comadrona a hervir los hilos antes de coser a las parturientas.
Además difundió el sublime acto de amamantar a las nuevas mamás.
¡Cuánto sabía René sobre medicina, contención al paciente, amor y ternura!
Antes de terminar mi carta, quiero decirte que su sobrino lo comparó con Don Quijote.
Al sentirse un mendigo en su país, le quitaron otro leño a la hoguera ardiente que fue su corazón.
Te quiere, Papá.


                                                                                                                                    DIANA

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