domingo, 18 de enero de 2015

Shai Sela



                            La manzana  
                                                Shai Sela 

Enjuago una manzana en la pileta de la cocina. Las gotas de agua sobre la cáscara la dan brillo y se la ve fresca y jugosa. Me siento afuera de la casa, en la hamaca, frente al árbol más alto y más verde; acerco la manzana a mi boca. Estoy encantada y me emociono.
Me espera una aventura, la aventura que hay en cada manzana. La muerdo y mastico con placer el trozo de fruta dulce y jugoso, degusto el espeso jugo que inunda mi lengua e irriga con energía mis dientes.
Escucho los sonidos de la manzana. Mordiscos perfectos y lentos: cranch, cranch…Aspiro el aroma suave y dulzón de la manzana. Es asombroso y no me cansa aspirarlo una y otra vez.
Siento la manzana que se deja comer bajo mis dientes, percibo en mis manos que la sostienen acariciando solo la suave cáscara  y, cuando llegan a a la parte mordida, los dedos se vuelven un poco pegajosos. Miro la cáscara brillante y roja que se torna de un rojo amarillento en algunas partes y en otras de un rojizo oscuro. En el lugar que mordí se ve el fruto amarillo y crujiente que tan bien combina con su cáscara. Al final, cierro los ojos y me imagino mi pequeña casa, la cabra, las colinas que me rodean, el cielo azul y el sol que resplandece, el canto de los pájaros, el maullido del gato…¡Un momento! ¿El maullido del gato? No sabía que tengo un gato! Bueno, es que la manzana cada vez me inventa cosas nuevas.
Sostengo delicadamente la manzana. Mis uñas no la tocan, solo las yemas de los dedos se aprietan contra ella, gozando de la sensación de húmeda frescura que llega después de haberla lavado.
Abro los ojos. Otra vez estoy afuera, sentada en la hamaca frente al árbol más verde y más alto. Los rayos del sol llegan a la manzana que aún brilla por el lavado.
Yo sonrío feliz. Cuántas aventuras pasé con esta manzana, cuántas vivencias…y dénse cuenta: ¡es solo el primer mordisco!
Publicado por Ester Mann

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