POEMAS LULU COLOMBO
NIÑO PESCADOR DE
LUNAS
Homenaje al poeta L.
Lugones en su 140° aniversario.
El
hombre de la pieza nueve está callado
Contempla
el agua y en su cansancio
Deambulan
sus ojos viejos por esa callecita,
La
de su vieja casona, allá en el Quillovil.
Ve
el Cerro del Romero, y el aljibe del
patio.
Sube
al puente buscando al niño perdido.
Insolado
por la vida en su aturdida soledad
Hunde
el mirar en esas aguas extrañas
Ve
al niño pescador de lunas,
Ese
ardiente niño de castiza cuna
Ése
que sueña jugando al pie del tacu
Del
patio. En ese instante comprende
los
blasones de su estirpe.
La
luna de los lunones entra por una ventana,
Y
sobre la cuna del niño desliza
sombras
macabras. El niño quiere tocarlas.
En
las aguas rumoreantes, fatales signos esquivos
de
cuatro lunas menguantes, bailotean
en
las llamas donde crepitan los santos.
Travesuras.
¡Por Dios! Es el diablo.
Madre
manda llamar al vicario.
En
campo azul, dice Tirso,
Un
claro esplendor de versos, que en el
Linaje
Lugones, es blanco y azul de Patria.
Para
el poeta cansado, arrancado del ayer,
La
luna hila despacio un lecho de estrellas albas
El
niño pescador de lunas se pierde en ondas de plata.
Van
siendo trescientos años de aquellos viejos
Lunones,
linaje de los Lugones, los de Tirso de
Avilés.
UNOS HOMBRES ME MIRAN
DE REOJO
Ahogo las espinas con ron
En
un mostrador mugriento
Unos
hombres me miran de reojo
Vienen
a ahogar sus espinas,
Como
yo.
Mastico,
una y otra vez, tu nombre,
Con
menta y limón, como aquella vez
Un
frescor de primavera baja hacia mí
Como
si hubiera frotado la famosa lámpara
Cubro tus espaldas con besos rosados
Como
una lluvia de capullos de manzano
Mi
verdor deshoja el verde tallo del amor
Mis
yemas tantean el tronco inefable
Como
un ladrón de joyas en la oscuridad
Cuando
el gozo abría ventanas a la luna
Fui
tahúr y fui odalisca en brumosos velos
De
ginebra y ron. Noche a noche la piel
Aromada
de almizcle y de hierbas salvajes
Afuera,
el monte y los llanos incendiándose
Y
en mí, un rugir de pumas en el tálamo
Tu
mano, entonces, se perdió en mi cabellera
Era
tarde ya. El frescor de la menta se apagó.
El
tabaco final se lleva también tu mirada.
Unos
hombres me miran de reojo
Vienen
a ahogar sus espinas,
Como
yo.
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