lunes, 24 de noviembre de 2014

Juana Schuster




Truculencia  
 Juana  Schuster

Es el tercer asesinato cometido en el hospital neuropsiquiátrico de la zona. A 70 km de la carretera principal.
-Encuentro similitudes entre ellos.
-Sí,-responde el sargento Madison al detective Foster.
El investigador tiene 79 años. Había decidido retirarse de la profesión, cuando Madison fue hasta su casa. Era de noche, el detective lo atendió en bata. Fue notorio que dormía. Su amigo lo despertó ,al tocar el timbre en una cabaña de las afueras, en la zona rural ,
-¿Sabe Ud.? Ya no quiero dedicarme .a estas cosas .Desde que falleció mi esposa, me ocupo de pequeñas faenas de campo.
- Lo comprendo. Pero su sagacidad nos prestó siempre mucha ayuda. ¿Re cuerda el caso Lister?
Foster asistió con la cabeza percepción..En ese y otros sucesos, se había destacado por la percepción. Muchos hombres rendían cuenta ante la justicia gracias a su intervención exitosa.
-¿Un whisky, sargento?, ya no bebo, pero siempre hay una botella para loa compañeros. Los detalles eran desconcertantes. Una mujer joven había sido estrangulada y le habían cortado una pierna
Un enfermero, al que le faltaba un brazo, estaba en la morgue si haber sido reconocido aún.
El tercer caso era el de un interno, ahorcado con una soga. No tenía la mano izquierda.
-¿Nadie oyó nada?
-En absoluto. Al entrar el profesional de turno, encontró la escena dantesca.
-¡Rastros?
-Solo uno. Tenían el resto del cuerpo manchado con pegamento. Un tipo de pasta usada para adherir objetos de madera, cerámica o algo así.
-¿Averiguaron sobre personas cuya profesión esté conectada con tareas manuales?
-Aún no. Sabemos que las víctimas recibían visitas con escasa frecuencia.
-Quiere decir que nuestro hombre hace averiguaciones previas o tiene a alguien en la institución que tiene acceso al fichero.
-Esto es lo más probable.
-¿Alguien declaró?
- Solo el directos. Nos pareció un hombre sensato, normal.
-Todos son sensatos y normales, nunca se sabe el voltaje exacto que alberga un ser humano.
-Al otro día, el propietario de la clínica de muñecas, a 32 km del hospital, recibía otra clienta.
-Buenas tardes. A mi pequeña se le cayó. Tiene el brazo roto.
A la mujer le llamó la atención el interés exacerbado que tomaba el dueño en el cuerpo del juguete.
-Brazo roto derecho,¡Ah! La mano también.
Parecía satisfecho .Un niño al que le ofrecen una golosina. Trajo
una caja con decenas de brazos en todo tipo de material. Eligió uno. Con una mano.
-Sí Éste irá bien. En dos días la sustancia viscosa se amoldará y su hijita estará feliz.
Aquello que la señora no vio, fue otra caja, en la terraza. Había una mano izquierda, un brazo y una pierna.

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