viernes, 18 de mayo de 2012

ADA INÉS LERNER



POR AQUELLO DE QUE…

Cuando el pibe de los vecinos llegó con la noticia, en la casa lo escucharon como los adultos escuchan a los chicos, "como quien oye llover". Y así me lo contó Remigia, la mamá del pibe. La novedad pareció irse enraizando en el inconsciente familiar, "cuando el río suena…". Remi me lo dijo con un cierto dejo de credulidad. Y una lucecita de esperanza en sus ojos negros. Hasta ahí me negué a avalar una idea que me parecía con poco asidero. Instalado en la familia, era tema de conversación en la mesa, y comenzamos a otorgarle crédito. El rumor no nos afectaba directa ni indirectamente. Pero uno no vive en una isla y "cuando veas cortar las barbas de tu vecino…". Mi marido, que es el que tiene las barbas, lo desestimó de plano: "No creas en todo lo que escuchas ni…". 
Aún así mi piba lo llevó a la escuela. La portera, caja de resonancia de cualquier establecimiento educativo, se lo contó a la preceptora, ésta a la maestra, y llegó a la vice. La directora consultó con la inspectora, a la sazón mi vecina Remigia, quien convencida de la veracidad de la noticia se aprestó a informar a sus superiores.

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