miércoles, 3 de agosto de 2011

ALEJANDRA PALADINO


DEL FONDO 
 
Aquella tarde estaba más inspirado que nunca. La música fluía en el aire permitiéndole crear las más bellas canciones que jamás había escrito. Las chicas de al lado habían dejado de estudiar solamente para poder escuchar los mágicos sonidos que salían de su guitarra.
A lo lejos, un grito lo perturbó y el silencio se apoderó de todo su cuarto. Y nuevamente el mismo grito, la misma voz que lo llamaba. No la quería escuchar. Cerró las puertas y las ventanas e intentó que la música se apoderara del mundo y tapara aquellos chillidos. Pero fue imposible. Los gritos fueron cada vez más fuertes y más cercanos. De repente, la puerta se abrió.

No hay comentarios: