lunes, 7 de junio de 2010

LULÚ COLOMBO


EL PASO DE LA NOVIA

En la cumbre del Cerro
hay un paso de corzuela,
aire de poleo fresco, paso de amor.
Es el paso de la novia,
rastro de rojas verbenas,
que al estremecer el aire
arranca al Cerro un suspiro.
Es el paso de la novia,
el paso de Doña Chela,
susurra el Cerro en las tardes
la tristeza de esa pena.

Aquí en el valle amarillo
se casa una niña buena.
Los pájaros del tiempo cantan
en su vestido de nubes
y su cintura de estrellas
es un jazmín florecido.

El mozo que la ha pedido
(al señor del caserío)
lleva unas ropas de viento
huracanado y oscuro
y en sus ojos tormentosos
brilla el vino del amor

Dulce relumbra la sangre,
brilla en la flor el rocío,
y en esos rostros callados,
como las lunas de enero,
brota sencillo el amor.

La muerte ha visto a la novia
con su vestido de nubes
y sus pájaros del tiempo
y su cintura de flor

Doña Chela y Justiniano
finalmente se han casado.
La muerte olvidó el vestido
y se cansó de bailar.

Al tiempo, como una araña,
tejió la muerte la trama
vino a buscar el vestido
y a la novia se llevó.

Al tiempo, como una araña,
tejió la muerte la trama
vino a buscar el vestido
y a la novia se llevó.

Y en el paso de la novia,
el paso de Doña Chela
susurra el Cerro en las tardes
la tristeza de esa pena.

Cerro Colorado, 22 de noviembre de 2009



DESPUÉS DE LA CRUZ
................En memoria de Don Lindor Cisneros

Después de la cruz,
el costado herido del Cerro
(Dios desconsolado por la muerte del indio pintor
que lo adornaba con sus llamitas de fuego,
cóndores y pumas)
Después de la cruz, digo,
el Cerro es una cantera inmensa
de lágrimas bermejas.
Después de la cruz, murieron las fogatas
las sombras
cubrieron los aleros de líquenes,
cesaron los cantos en el valle.
Sólo los brujos musiqueros resistieron
cantando hasta perderse en el tiempo.
Después de la cruz,
las llamas, los pumas y los brujos
bailaron en las piedras
y allí se quedaron
a la sola luz de los soles.
Después de la cruz,
manos mestizas, flores de campo,
hijas de la india mansa
que vio morir a su pueblo,
esas manos mestizas
amasadas en lágrimas...
Un día,
después de muchas lunas,
inventaron canciones
que subían al cielo.
Cantaron canciones
que subían al Cerro
como rojas verbenas
y con las lágrimas rojas
del Cerro malherido
parieron a este pueblo,
que es de sol, de tierra y canto.
Brotaron los oficios como flores
y de las manos callosas
de Don Lindor Cisneros,
surgió el rancho de piedra
que cobija mis sueños
como una madre tierna.
- ¿Cómo está, Don Lindor?
- Aquí ando, "sólido", m´hija.



CANCIÓN PARA JUAN DEL NORTE

Pasando el palmar dormido
que llaman, de Caminiaga,
ahí va caminando el indio
silencioso en la mañana.
Anchas serpientes de piedra
bordadas entre los cerros
esconden llamitas blancas
bajo esos cielos rotundos.

Es piedra el indio en los valles
culebreando entre las pircas
que son quenas y cajitas
cuando les susurra el viento.
Cuando el viento enbravecido
enardece los palmares
hasta las loras inquietas
se acurrucan en los nidos.

Silencio de cinco siglos,
hay silencio en los palmares.
Sepultaron a Ramírez
en tumba de arena y viento.

Es Juan, y lleva en su sangre
la pena del indio parco
que a las llamitas de luna
cobijaba entre las palmas.

Juan, el que se enamoró del árbol
que le iba a quitar la pena.
Por una copa de vino
y una rabia sin palabras,
en el corral de los miedos,
al lado del cementerio,
dejó el aliento en el aire
y partió con su silencio.

Es Juan,
hombre de tiento y de hacha
que se ha quedado en el monte
con su sonrisa de niño.

¡Ay!, Juan... Su corazón perdido
abrió el corral de los miedos
guió la mano cansada
que lo sacó de la pena
y lo ha llevado al olvido
¡Ay! Juan...

entre las pircas y el río.



EL CERRO Y EL RÍO

Alguna vez me he sentado
a contemplar tus orillas
viejo señor de la vida,
antiguo río Los Tártagos.

Alguna vez en tu orilla
una torcaza ha cantado
los amores de un verano
reverberando en el alma.

Tus aguas, como mi vida,
cantan en lecho de piedra,
vienen cuerpeando las penas
cantando, siempre cantando.

Por las arenas del tiempo
bordeando el cerro pintado,
hay una casa de piedra
que allí me estaba esperando.

¡Bello Cerro Colorado!
El indio que te ha pintado
anduvo por esta huella,
mirando el cielo estrellado.

Y en las aguas transparentes
del viejo tapiz de plata,
vio reflejarse en su rostro,
la luz que guardan sus aguas.

Tus aguas son como penas
que por las piedras escapan,
van acariciando el Cerro,
piedra roja desgarrada.

Alguna vez he escuchado
herir la entraña del Cerro
y al viejo tapiz de plata
bramar desde Caminiaga.

Cerro Colorado, 7 de octubre de 2009



POCERO DE LA ÁNIMAS

Se asoma a la muerte
por el pozo de las ánimas.
Va solo.
Descolgándose
como una araña de cobre
por esa boca sin dientes
de luna negra que lo espera
Y es un ojo que se hunde
en lo infinito
que suena a hueco
como el eco del habla de Dios
en los altares ardientes
que nunca ha visto...ni verá.
Y es la sombra despojada
rasgando la tierra
descenso lóbrego
por ese útero estéril
donde el sonido del agua
es una pura nostalgia
de tierras ausentes y de árbol
y allí él es una sola cosa
con la muerte.

Se oye entonces una cadena
y un grito lo devuelve al frío
y a sus huesos alisados
como marfiles de tanto jugar

y a sus huesos alisados
como marfiles de tanto jugar
con la misma muerte
(es juego y jugador)
punzón en mano y hacha.
La muerte rampante,
mujer-tigre de espinas
y escorpiones en el monte
le ha cubierto los brazos
de flores y rubíes.
Una convulsión lo agita, ella
se le ha acercado demasiado.
La boca gigante lo escupe
y sale mojado y tiritando,
casi llorando...
Y trae consigo una estrella
que cansada de su luz,
dormía su sueño infinito
junto al alma del pozo.

Ha vuelto.
Sus alpargatas mojadas brillan
como las patas del puma
cuando baja hambriento
de la sierra. Entonces,
él sonríe y se yergue potente.
Un día más...
Y le ha ganado
a la muerte.

Cerro Colorado, 18 de abril de 2010

1 comentario:

Betty badaui dijo...

Siempre resulta grato leer poemas regionales, como de tiera adentro, diría yo.
Cordial saludo
Betty Badaui