domingo, 6 de junio de 2010

JÉSSICA de la PORTILLA MONTAÑO


OJOS CERRADOS

Ella ignora si es una uña o si es un colmillo lo que intenta acariciar su cuello. Tal vez sea la yema de un dedo sucio, o esa navaja que él recibiera en su entierro. Ella espera.
Ojos abiertos. Sólo una tela la separa del mundo exterior. Muñecas y tobillos se confunden con cadenas color violeta que la mantienen atada a su suave -pero innegable- prisión.
Ojos cerrados. Ella sigue esperando. La punta de un lápiz le roza un hombro. Tal vez se trate de un cutter, tal vez de un clavo oxidado…
¿Cuál sería la diferencia? Ella espera. Sigue esperando.
Era un colmillo. Sólo era eso. Desde el principio tuvo que serlo, ella no abre los ojos y siente el colmillo encajarse en su rostro. El vapor de un aliento, dos respiraciones violentas, miles de células gritando al ser rasgadas por ese objeto.El colmillo resbala hasta alcanzar el cuello. Siempre es seguido por una larga y filosa lengua... No espera más. Ella nunca abrirá los ojos de nuevo.


-México-

1 comentario:

Sonia Cautiva dijo...

Jéssica:
Me animo a hacer un comentario.
¡Qué magnífico suspenso en un texto corto y tan bien llevado!
Gracias
Sonia