domingo, 8 de noviembre de 2009

RAÚL LELLI


¿QUÉ VOY A HACER CUANDO ME MUERA?

Cuando me muera lo primero será quedarme quieto, mirar alrededor y confirmar si mis creencias sobre el estado de la muerte cuando estaba vivo eran esas y de no, tratar de adaptarme a la nueva "situación" como escribiera mi querida amiga Victoria Pueyrredon en su cuento "Acabo de Morirme" Todo dependerá del lugar donde haya muerto también, porque no es lo mismo que muera en la cama de mi casa como en la de un hospital, o morirme entre los hierros retorcidos de mi auto por un accidente y ni que hablar si me muero en un hotel alojamiento por pedirle a mi corazón un esfuercito más para lograr la gloria del macho argentino, o quizá por haberme interpuesto en el trayecto de una bala por este juego de poliladron tan común por estos días, o ser el protagonista de un asalto y por boludo al defenderme el choro drogado hasta los caracuces en busca del tan ansiado título de carteludo, me mete plomo hasta cansarse, aunque no se lleve nada.Obvio también me puede caer una viga desde un edificio en construcción si atino a pasar por el lugar equivocado, en el momento equivocado, o porqué no morir electrocutado en mi taller en un descuido; en fin hay tantas maneras de morir que no terminaría nunca de hacer un listado. Pero suceda como suceda, me gustaría elegir alguna, al fin y al cabo el que se muere soy yo y creo que algún derecho tengo.De sólo pensar que me muero en un hotel alojamiento con una pendeja treinta años menor que yo, no podría para de reírme ante las caras y comentarios de alguna gente. Por ejemplo: Mi ex diría -¡Se lo merece por degenerado y mujeriego, era un sinvergüenza y murió en su salsa!, mi hija: -¡Papá, nunca imaginé que podrías morir así, que bochorno!, mi hijo más grande: -¡que viejito desgraciado, mirá que echarse un polvo con esa pendeja! Y el más chico: -¡no, este no es el padre que me educó con los principios morales! Y mi actual esposa pobrecita, se golpearía la cabeza pensando en que se equivocó si nuestra vida conyugal era perfecta y terminará maldiciéndome por ser un vejete calentón. Imagino los comentarios de los vecinos, amigos y colegas reunidos en el velorio, unos por cumplir y para la foto, los otros que me querían y los chusmas y enemigos que van a divertirse y a recopilar cuentos para ponerse al día para tener fresquitos para el próximo asado, sin contar con la jugosa anécdota del finadito (o sea yo) que eschopó en un telo por fifarse una pebeta, pastillita azul de por medio que terminó con la carrera de mi alocado corazón, mi vida y mis miserias.Y en los rincones de la sala velatoria, de los gomías de mi palo se escuchará entre murmullos: "pasa que al loco, se le fue la mano se hecho como tres y se pasó de dosis con el viagra y no le aguantó el bobo, ahora si que el gordito murió en su salsa y muy divertido, ¡que hijo de puta!" Las viejas chusmas amigas de mi ex, apoltronadas en un sillón de varios cuerpos tapándose la cara con pañuelos, regurgitaran morbosidades que sólo se permiten entre ellas (de no, no serían las señoras) y dirán: "dicen que la tenía gorda, que por eso era tan mujeriego porque las mujeres morían por ese "regalito"; a mi, dirá la más pizpireta una vez se me lanzó y digan que estaba mi esposo que si no ¡me lo volteo al gordito!Acaba de pasar mi señora y cuando quise acariciarla mi mano la traspasó como si fuera de aire, me levanté y quise darle un abrazo fue como tomar a nadie o a un fantasma; le grito y no me escucha y mi cuerpo está blandito, transparente, ¡no peso nada!
¿Será que me morí nomás? ¡huy! ¡y no pude elegir la forma! La puta, morirme a los cincuenta y cinco y con tanto para hacer.

En realidad no sé para que me preocupo si lo hecho, hecho está, mejor le veo el lado bueno; al menos, si no pude elegir el modo, me morí escribiendo.

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