sábado, 7 de noviembre de 2009

MATÍAS LUQUE


SIN MUELA

Me desperté sin una muela. Realmente esta sucediendo, tengo una muela partida en dos en el costado derecho de la boca. Recuerdo bien como sucedió. Fue masticando un M&M mientras tomaba un whisky J&B en el bar El Único en Palermo. Estúpido, terrible sorpresa. En eso muerdo algo más duro que chocolate y busqué con la lengua algún indicio de rotura. Es severo, realmente grande. No entiendo porque en la noche de ayer me hice esa inmensa marca, ese tatuaje eterno que va a revivir con sutiles recuerdos.
Luego de que sucedió y mi angustia se derramó por el piso, para culminar lo que había sido una noche realmente ajena, de esas en las que uno es sólo un espectador de un evento que no tiene soporte. Claro, mi entusiasmo siempre es el mejor, sin embargo, sólo en mi interior sostengo los cómputos de mi felicidad y equilibrio; y por fuera, vaya a saber uno como lo ven los demás. Terrible palurdo, dirán. Este tipo no se sabe lo que le pasa, esta realmente loco. O es un niño, un cachorro que muestra un colmillo cada tanto para que nadie se le acerque, que más da, ahora tiene el colmillo roto, olvidémoslo.
Detestable noche que no podía terminar de otra manera. Si habíamos empezado ciegamente en mi departamento. Aquí donde esta hoja empieza. Un amigo y yo. Cierto, no puedo olvidarlo, también estaba una chica, la mejor amiga de la hermana de mi ex novia. Si, es rebuscado, lejano parentesco, pero cómo me hizo acordar a mi otra chica. Sus gestos y pensamientos, tan semejantes. Algo del cosmos estaría entrando por la puerta de mi casa y sentí que lo pude recibir como un grato regalo que estaba esperando hacía un tiempo. Sin embargo, esa chica no fue una gran protagonista de la noche. La acompañamos a Maipu, o ella a nosotros, luego de haber estado una hora en mi casa, hablando sin sentidos y riéndonos, en lo que Animal Channel llama el ritual del reconocimiento.
La noche tuvo más rituales de reconocimiento que momentos de tranquilidad. Esto me pasó a mi especialmente, supe más tarde, cuando hacía el racconto de la noche a las cinco de la madrugada desde mi cama. Todo para mi fue ajeno. Realmente no estaba en ningún lado donde quisiera entrar. Estaba por explotar en cualquier momento. Quizás lo que hubiera querido es que esa chica bonita nos hiciera compañía un rato más. O por ahí me hubiera gustado que hiciera algo realmente loco, como decirle a mi amigo que se fuera porque teníamos que hablar y entonces encararme a mi, sin presión, y decirme que quería sólo pasar un rato conmigo. Que solo necesitaba compañía.
Si bien fue una noche muy tranquila y se podría decir desafortunada, a cada segundo se presentía un síntoma de que algo estaba a punto de explotar, y la expresión más grande de esto fue cuando con mi amigo habíamos decidido abandonar San Telmo y regresar a nuestras zonas, para que el más tarde pudiera tomarse otro colectivo que lo lleve a Maswitch. Para cuando estábamos en la parada fumando un porrito, un auto con tres se detiene en frente y un pibito al volante nos invita a subir. No éramos putas que nos estaban contratando. Quizás éramos cinco pibes en busca de una noche inolvidable.
La cuestión es que una vez más odie la gente y sus movidas y sus pensamientos y sus maneras. Una vez más me sentí ahorcado por la fuerza de la situación e inmóvil para moverme en un mundo real. Quería desaparecer bruscamente, ningún lugar me estaba esperando. Entonces tuve que permanecer en calma, reconociendo a esos pibes como unos posibles captores. Nada de disfrutar viejo, todo era observación y silencio.
Estoy viviendo una mutación escatológica. Algo se esta moviendo en mi de una manera desagradable. No encuentro lo que estoy buscando, solo reconozco que durante toda mi vida prevaleció un sentimiento insoportable de búsqueda que no encuentra buen puerto.
Sinceramente tampoco me importa mucho esto de que lo que este escribiendo sea un buen material o no. No hay nadie más sensato que me mis ojos para juzgar la verdad sobre los acontecimientos de mi escritura, lo que sucedió ayer a la noche y lo que esta sucediendo en este preciso momento.
Estoy perdiendo competencia. Estoy perdiendo fuerza y estoy perdiendo felicidad. Estoy perdiendo dinero y estoy perdiendo comida, salud, educación y ahora perdí una muela. Es terrible lo que me esta pasando y no se como salir de esta situación. Lo único que estoy haciendo por estos días de manera disciplinada es escribir, aunque mis escritos no son tan ordenados y gratificantes.
¿Qué más puedo contar de la noche de ayer? No hay mucho más. Sólo esta el recuerdo de una noche ahogada viejo, vas a tener que perdonarme, porque no encuentro buenos nexos para entretenerte. No lo encontramos a Fede que en un principio era la razón de nuestra salida. Ir a buscarlo al bar donde trabajaba en San Telmo y a la salida tomar una cerveza, charlar de alguna estupidez, sentirnos amigos por un rato. Ese plan fue frustado aunque no era el mejor. Pero no hubo uno mejor a cambio, y que más da, si yo no estaba en la noche y la noche no estaba para mí.
Podrás verlo, cuanto me cuesta reconocer el fracaso. Es que este fracaso de ayer es lo que me esta pasando todos los días en mi cabeza. Es horrible cuando se presenta en la realidad. Muy bien, lo de ayer al menos me hizo escribir, ¿cierto?: si le quiero seguir dando vueltas al asunto. Me siento tan sólo. No se donde estoy parado. Necesito de la vida de los demás para guiarme, no comprendo como manejar mi libertad. ¡Qué desafortunado soy! Cualquiera que estuviera en mi situación me odiaría, pero yo soy el que más se sabe odiar. Tengo una fuerza del odio que mueve países, eso también tenés que saberlo si me va a elegir como tu escritor. No se si más o menos que los otros, recordemos que mis criterios de comparación son escasos y parciales. Mi mente esta viviendo tiempos de penumbra y no funciona bien, no esta viendo las cosas con claridad. Matias no esta viendo las cosas con claridad. ¿O acaso es un exceso de claridad lo que no me deja ver, moverme? Abrir los ojos para no ver. Si los cierro me encuentro tanto conmigo.

No hay comentarios: