lunes, 2 de febrero de 2009

GABRIELA BRUCH


UN CUENTO PARA ADRIANA(*)

Hay cosas que añora, el espacio todo azul en la ventana, ir a la panadería a comprar medialunas, acariciar a su gato color humo. Entonces piensa: si con tan poquito puedo ser feliz, qué es lo que pasa aquí...
Es otoño, el viento ha pelado los árboles, las hojas amarillas pueblan su visión, parece un paisaje bello, aunque apenas pueda sentarse en la cama a mirar. Se siente débil, su mente se está ordenando de a poco. Emergen los recuerdos de días anteriores, la policía en la casa, Grillo, explicando todo con un certificado médico en las manos, luego la ambulancia.
Recuerda el vaso contra la pared, los vidrios, el agua resbalando y la mano de Grillo cubierta con sangre. Ella lo vio cuando agarró un vidrio y se cortó, también se tajeó un poco la cara, y claro, poquito, Grillo siempre fue un cagón.
Ahora tan amable, tan señor, con la policía, con los médicos, tan ordenado con los papeles y los remedios; cuando siempre a solas, él mezclaba todo, las pastillitas azules con las blanquitas chiquitas, las gotas con el agua.
En fin, la gente cambia y Grillo debe estar pensando en el futuro bienestar de ella. Prefiere olvidar el día que volvió del cementerio y encontró una bombacha amarilla en la cocina, ella nunca usó bombachas amarillas, detesta ese color, pero él le hizo recordar que se la compró en Once, que era una oferta. Y claro, puede ser, tantas cosas en la cabeza, una puede olvidarse nimiedades.
El placard abierto siempre le había dado miedo,porque le hacía acordar las veces que su padre la encerraba en él cuando se portaba mal, ella era una niña mala, muy mala. Por eso se enfermó la madre, así decía su papá.
Y Grillo siempre abría el placard y sonreía, también hacía cuentas, revolvía los papeles, revisaba la escritura de su casa; porque era su casa, la casa de sus padres, Grillo era un invitado, pero no lo parecía.
El día que vino la policía ,la puerta del placard estaba bien cerradita, con llave, como nunca.
En fin, cambios que tiene la gente. Le han sacado los documentos y el reloj, pero deben ser las seis de la tarde porque está oscureciéndose el cielo y es otoño, eso ya lo dijimos. Se siente más fuerte y quiere llamar a alguien, ya que no sabe bien donde está aunque lo supone. Ella nunca quiso que la internaran, porque su mamá había muerto en un hospital; pero bueno, volvió a portarse mal.
¿Porqué tiró ese vaso contra la pared? ¿Porqué se enfureció tanto con Grillo? Al fin y al cabo, él era el único que se había mantenido a su lado, que la llevaba al médico, que le daba las pastillas. Al intentar erguirse se dio cuenta de que estaba atada. El terror la invadió, quiso gritar pero la voz no le salía.
Alguien vendría acaso, alguien vendría... ¿Era así el poema de Neruda?. Mirá que acordarse de eso ahora, atada a los barrotes de una cama de un hospital psiquiátrico. ¿Será estatal o privado ?, pensó. La cuestión que estaba en una habitación individual, o sea que Grillo había pensado en todo, él quería que ella estuviera bien, que se curase, que se fueran a vivir a la casita de Chapadmalal.
Le faltaban cosas a este rompecabezas de recuerdos difusos, el vaso, la mano de Grillo, la sangre, la policía, la ambulancia, la inyección. ¿Y antes?.
Hizo tanto esfuerzo en recordar que hasta se olvidó de que estaba atada y de que no podía gritar.
Al rato entró una enfermera, ella quiso preguntarle cosas, pero aún no tenía voz; la enfermera le acarició el pelo y a ella se le llenaron los ojos de lágrimas, luego le hizo abrir la boca, le dio dos pastillas blancas y grandes, desconocidas, la arropó y corrió las cortinas. Del pasillo venía una luz difusa y poco a poco, los párpados empezaron a caer: No quería dormirse pero iba a ser inevitable.
Después de todo a la gente le sucede siempre lo mismo y que más da, que el resto de su vida pase así. Lo único que pediría es que de ahora en más no la aten. No va a hacer falta.



(*)Publicado en la revsita literaria La Iguana

1 comentario:

Griselda dijo...

Una historia triste que lamentablemente refleja la realidad de muchas personas, Gabriela.Me gustó mucho, estuve muy atenta hasta el final.
Cariños.