viernes, 27 de septiembre de 2019

Silvia Bennoun



    No eran lo que parecían   

Silvia Bennoun


Llegaron ya pasadas las doce de la noche. La música fuerte llegaba a la calle. María Marta Serra Lima cantaba “A mi manera”. Todo el boliche a oscuras, con luces que se prendían y apagaban, mostrando cuerpos juntos y separados. Buscaron sillas junto a una mesa y pidieron unos tragos de whisky  que bebieron. Mirando a su alrededor vieron a dos mujeres. Las luces tenues invitaban a bailar. Juan y Tiago  se miraron. Con una palabra se entendieron. Amigos de la infancia, casi hermanos, iban una vez al mes a bailar a ese boliche desde siempre. Vamos, dijeron. Se levantaron, se acercaron a las chicas y las sacaron a bailar. La música e María Marta calentaba el ambiente. Dulce y Jazmín,  altas con vestido corto negro, pechos abundantes, botas largas negras, muy pintadas invitaban al abrazo y algo más. Juan la toma de la cintura a Dulce y queda atrapado en el perfume que emanaba de sus pechos. Tiago, más cauteloso y desconfiado, baila con Jazmín pero tomándola de la mano. Sigue la música, boleros, románticos, americano. Luego de un tiempo, Juan sale del boliche a hablar con Dulce. La música impedía escucharse. Ya ahí comienzan una ronda de besos, caricias y palabras que cuentan algo de su historia. Todo amor, excitación, respiración jadeante de un primer momento termina en un pestañear,  cuando Dulce le confiesa al oído en medio de casi un orgasmo, sobre su historia de desamor que la llevó a estar entre rejas  por haber matado a su marido. Juan, con ojos desorbitados o por el casi orgasmo o por la noticia,  vuelve al boliche a buscar a su amigo que también había sufrido de espanto al enterarse que Jazmín en realidad era Ernesto. A las cuatro de la mañana partieron en forma veloz, con una historia a cuestas ,que hoy después de treinta años, llegaron a la conclusión que no eran lo que parecían,  dejando una risa a carcajadas que perduró en el tiempo.  



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