domingo, 20 de diciembre de 2015

Celia Elena Martínez



¿Qué hay detrás del paredón?  
Celia Elena Martínez


En mis sueños los veo corriendo del otro lado de la pared pintada con hermosos murales de todos colores hechos con cariño por los chicos de la Iglesia. Lástima que la hicieron del lado de la calle. Pintaron  irónicamente, sin querer, las casas de todos colores de La Boca. Digo esto porque en las casillas han usado tonos distintos que fueron consiguiendo de la  gente que les regalaron sobras que les quedaron de las que usaron en sus casas.
Les decía que los veo venir hacia mi casa donde les preparo la comida del mediodía, única que comen en el día, en el colegio les dan un mate cocido y un pan. A la noche si tienen, consumen algo desnutrido y sino a dormir con la panza haciendo ruido.
Vienen corriendo al trote para ganar lugares. Los que vienen por esa calle, son el Negrito, la Rosita, la Anabela, y otros diez más, entre ellos Joselito tan cariñoso que me abraza y me besa con fuerza cuando llega, y me dice: gracias mamá Juana. Les hago agradecer a Dios por el pan que nos llega cada día, gracias a los que cooperan, aunque yo ponga algo, siempre hace falta más. El carnicero me da los cortes más baratos que no vende tanto y los menudos de pollo. Hago un guiso o una sopa.
Joselito consume todo y raspa el plato. Vive con su abuela, la madre murió y el padre se fue hace muchos años dejándolos en el abandono. No sé porque es tan especial para mí. Con su carita oscura, sus pelos y ojos renegridos. Nunca está peinado. Son siete hermanos.
Los mayores van a juntar cartones, y los chiquitos van a la escuela para tomar aunque sea la merienda..
¡Todos se preguntan qué hay detrás de esa pared! Yo sé que hay: pobreza. Casillas donde llueve por dentro. Hace frío en invierno y calor en el verano. La gente dice pero tienen televisión, sí pero no tienen estufa, ni aire acondicionado, ni ventiladores Pienso yo. Y los televisores son los que tira la gente del country del otro lado de la calle y con todos arman el que tienen.
Yo sé, sé mucho de lo que hay detrás del muro colorido. Hay casuchas de maderas y chapas conseguidas las que otros tiran.
El día que vino la ambulancia, Joselito lloraba y se abrazaba a mí, sentía el dolor que no  podía tener por su mamá y su papá. El día que volví, todos mis negritos corrieron a abrazarme, reían de alegría.
Más atrás lo vi. a Joselito en brazos de uno de los chicos más grandes. Cuando lo miré, no tenía ninguna de sus dos piernas.
Grité ¡qué le pasó! ¡Dios!
Me dijeron que no me habían contado porque estaba internada y no quisieron preocuparme, estando enferma. Había cruzado las vías cercanas, se le había enganchado una zapatilla en las trochas y el tren le había cortado las dos piernas, por suerte lograron salvarle la vida.  ¿Qué vida le esperaba ahora a mi Joselito?
Tiene diez añitos, a pesar de todo me abrazó, me besó, se rió y me dijo: hola mamá Juana, por fin volviste. Me corrieron las lágrimas y tomé la decisión: llevármelo a mi casa, estaría más cerca del comedor.
Soy maestra y lo hice estudiar, a fin de año rendía exámenes
Fui al barrio, todo igual, los chicos con sus pantalones rotos, sus zapatillas viejas, algunos con remeras gastadas y otros sin ellas. La nenas igual.
Tomé la resolución de ir a pedir ropa y zapatillas, a vecinos de las casitas más arregladas, a negocios cercanos, hacer fiestitas para recolectar algo de dinero para comprarles ropa. Por suerte a Joselito pude adoptarlo, haciendo miles de trámites y viendo que yo le podía dar una vivienda más digna y que su pobre mujer les quedaban seis y sólo vivían de lo que los mayores juntaban, chatarra, a abuela le habíamos gestionado la pensión mínima.
El hecho es que Joselito estaba a mi custodia. Pasaron los años y mi negrito creció, Tenía un hogar. Lo hice estudiar en un Industrial donde terminó en tres años e hizo  carpintería..
Pronto pudimos ubicarlo en un trabajo gracias a gente que me  ayudaba. También le conseguí, pidiendo a quien pudiera piernas ortopédicas y era feliz.
Joselito demostró ¡qué se puede!…como le había enseñado mamá Juana. Ya es un hombre.
Mamá Juana también es pobre, no tiene suficiente para dar. Todo lo que entrega es su corazón.

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