jueves, 20 de febrero de 2014

Olaya Mac-Clure


El acertijo   Olaya Mac-Clure   

En Santiago de Chile,  a la edad  de la Primavera con los árboles en flor, acusé recibo del primer llamado telepático de Saint Exupery en respuesta a mi llamada idem pues, tenía cortado el teléfono por obra y gracia de un destino curioso. Quedamos de acuerdo después de largas horas de conversación que, Saint Exupery contactaría a los personajes y autores de diversos libros para que me ayudaran a investigar un hecho casi inédito en la literatura planetaria: un dilema muy complejo que resolver. Así que tomé mi pluma haciendo un taco entre mis hojas y, me dirigí personalmente pedaleando con mi bicicleta a la “Rinconada El Salto Parcela 6”.
La Señora Luisa (la cuidadora) me saludó muy contenta de verme nuevamente y abrió el portón. Le avisé que tendría varias visitas aunque calculé que no necesitarían puerta.
Exactamente lo que pensé, la visita me tomó por sorpresa.
-Mogwli ¿qué estás haciendo aquí?
-Te vine  a ayudar, escuché tus gritos de auxilio. Antoine me avisó que viniera lo más pronto posible.
-Pero, si  no he gritado.
-Eso te parece a ti pero, a mí me tenías con las dos manos apretadas en las orejas.
-¿Qué puedes hacer tú después de tanto tiempo?
-Escuchar los sonidos de la casa: el aire, las hojas de los árboles, los muros, las puertas.
Un momento, silencio… (Me hizo callar de frentón colocando su manito en mi boca). Ahí estás tú.
-¿Dónde?- pregunté escéptica sin ver nada.
-Frente a la puerta de entrada.
-¿Qué estoy haciendo?
-Piensas y transmites tu filosofía al veterano
-¿Qué sucede Mogwli?
-El toma nota de todo lo que tú le dices hasta los enigmas más ocultos que coleccionas en tu corazón.
-Mogwli, ¡estás exagerando!
-Te equivocas, a ti tu padre te fue a tirar en una bolsa negra de basura a Conchalí junto a tu hijo  de apenas un año pues, no tenía la más mínima comprensión hacia tu talento. Pero, este veterano te supo aprovechar. Se encerraba luego, en su escritorio y escribía como malo de la cabeza. Terminando, te iba a mostrar el poema para que tú se lo corrigieras y, más tarde no te regalaba sus libros para que no te dieras cuenta de todo lo que tú le habías ayudado. Además, te hizo hincapié que si llegabas a divulgar este asunto, nadie te iba a creer porque tú sólo eras una autodidacta en cambio él, un reconocido Académico de la Lengua.
-Por supuesto, yo se los corregía y si estaba malo lo volvía a hacer todo de nuevo hasta que yo le informara que estaba correcto.
Gruesas gotas de lágrimas resbalaron por mis mejillas como caída de agua hacia los pétalos de flores esparcidas por la tierra de Conchalí al recordar, los detalles de los sucesos en forma tan cruda.
-El no daba puntá sin hilo  mi querida amiga, amante de los animales.
-Mogwli ¡cuidado! Baghérha se va a tirar a la noria.
-Sí, tenemos sed. Voy para allá. – y, se tiraron ambos al pozo lleno de agua cristalina y fresca. Tomaron todo el agua que quisieron.
A mí me habría dado un poquito de asco tomar agua después de ahí pero, qué le   iba a decir a un niño tan tierno como Mogwli.
Mogwli, ¿te tiro la cuerda para que salgan?
-No. Vamos a nadar un rato. Al segundo comenzó a patalear y a hacer piruetas junto a baghérha y a mover sus brazos como remolino.
De repente sentí que alguien me abrazaba con fuerza por la espalda. Era Fiammetta, dulce, atractiva, sexy, elegante, una diva sin lugar a dudas que habría causado más de algún dolor de cabeza. Nos besamos con efusión contentas de volvernos a encontrar (ella se había presentado a trabajar a varios de mis anteriores cuentos. De repente, se había colocado bastante catete y estuve a punto de enviársela de vuelta a Boccaccio pero, me arrepentí: por lo extraordinariamente bella y bien vestida que se presentaba en cada ocasión lo que seguramente, haría que mis lectores engancharan mejor con el texto.
-Fiammetta, agradezco tu presencia pero, ¿qué va a decir Boccaccio cuando no te encuentre en el “Decamerón” donde tú tienes un papel importante de participación?
-No te preocupes, ya le avisé a través de un circuito de ultrasonido que maneja en el bolsillo de su pantalón. Vine a acompañarte para ayudar a revelar lo que sucedió aquí hace tantos años. Así que ahora quédate quieta.
-¿Qué  haces?
-Huelo
-¿Qué hueles?
-Olor a sexo. A esta casa llegaron muchas mujeres de diferentes edades. Algunas de ellas saben tu secreto pero, lo ocultan. ¡Esto más parece lupanar que casa solariega y blasonada!-terminó diciendo Fiammetta. Después de haber olido minuciosamente continuó-posiblemente, llegaban muchas mujeres a visitarlo y él se encerraba en su casa. Y, ¿tú no hacías nada?
-¿Qué iba a hacer?  Era su vida. Además, él no me permitía la entrada.
Tocaron la campana.
Fui a ver el portón y era nada menos que Brian Weiss. Lo saludé muy contenta. Ray Bradbury lo acompañaba desde las soledades inconmensurables de los desiertos, en las órbitas Plutonianas de las “Crónicas Marcianas”.
Entonces, me dijeron: sabemos que eres una mujer muy creyente y, que no puedes resistir la idea que alguien se despida de este mundo a hurtadillas callando un misterio que no ha dicho y que se sabe a mil voces ¡sí! porque tú te has encargado de pregonarlo a los cuatro vientos  a por lo menos 1000 seres humanos (aunque hoy, hay que multiplicarlos por tres.)
Brian Weiss prosiguió: - los enredos, se tenga la edad que se tenga hay que aclararlos pues, he constatado personalmente a lo largo de mis años que, tienen un comienzo pero nunca  tienen final.
El Principito fue muy educado pues, podría haber atravesado el portón con su transparencia en un vuelo cósmico sin embargo, esperó que la Señora Luisa le abriera la puerta de entrada. Se aproximó hacia nosotros y, se incorporó en el lote de sabios literatos como si los conociera toda la vida. Quiso acompañarme viajando velozmente desde un lejano planeta del satélite, para descubrir cualquier clave que se hubiera enterrado en la arena espacial semejante a la lunar. Llevó su sombrero para lograr el objetivo que nos propusiéramos.
A mi regreso, que fue por un lapso de breves segundos, vino la Señora Luisa a avisarme que me buscaba otro señor. Fue tan grande mi sorpresa, que corrí a abrazarlo: Jorge Luis Borges se acercó a mí (sin sus lentes de ciego pues, su vista ahora se encontraba perfecta). Me saludó también con un gran abrazo. Le comenté que estaba muy triste porque nadie recibía mis trabajos literarios.
-Es que son todos unos idiotas –me respondió
-No los descalifique, por favor Jorge Luis.
-No te preocupes aquí nadie nos escucha. Solo estamos tú y yo –a continuación me preguntó: -¿Te los han pedido?
-No, nunca.
-Tienen miedo…son unos cobardes. Anticuados, les escandaliza sobre todo  tu  “Poesía de Punta”.
-¿Mi poesía hija de mis entrañas?
-¡Así es!
De inmediato tironee la manga de Jorge Luis y le dije: -Por favor no diga más que aquí las murallas escuchan más de la cuenta.
-No te preocupes hija mía, la honestidad de tus escritos tarde o temprano se van a imponer contra viento y marea.
Después, le conté lo que estábamos haciendo entre todos: desenmarañando la madeja porfiada  para que nos diera la respuesta que necesitábamos.
Entonces él me dijo: yo lo sé desde hace mucho tiempo, desde que las Nieves Eternas del Kilimanyaro no quisieron derretirse nunca jamás. Antes, cuando él aún estaba en esta tierra, notó el cambio de escritura del veterano, indudablemente más rejuvenecida así que, no necesitaba darle mayores descripciones.
¡Claro! ¿Cómo no me lo pude imaginar ante el hombre más sagaz del planeta? Me propuso que invitara a ese hombre tan avaro  y codicioso al: “Jardín de los Senderos que se Bifurcan” .-Estoy seguro que no sospecha que yo poseo el “secreto”-me afirmó.
-Mi voz humana es muy débil – le respondí – no sé como hacerla llegar al oído de los Jefes. Así que usted Borges es mi tabla de salvación. Y, terminé diciéndole: yo tengo sangre escocesa ¿le servirá para su plan?
-¡Por supuesto! – me respondió con emoción.
Le tiré mis últimas monedas que encontré en el bolsillo a un niño que nos indicó el camino frente al portón de la Rinconada El Salto. Ahí recordé que se me había olvidado avisar al dueño de casa. Borges me convidó algunas de sus monedas y atravesé al frente por un camino de tierra pedregoso. Las coloqué en la ranura del teléfono pero, no logré el objetivo, me quedé profundamente dormida con el auricular en la mano. Cuando desperté pensé: ¿llegaremos al laberinto con Jorge Luis?  Pero, ya no me importaba pues, ese laberinto era infinito y solo besando el anillo en el dedo meñique de la mano derecha de Borges una podía encontrar infinitos laberintos más. Así que con eso me conformé.
Fiammetta entonces, se acercó y me preguntó:-¿toda esa poesía es tuya?- refiriéndose a mi “Poesía de Punta”.
-Si Fiammetta, es toda propia y de mi natural imaginación y si existe algún poema que se asemeje a los poemas de otro poeta, ese poeta ha rescatado el  lenguaje en mi persona sin consultármelo antes. Lo digo porque esta es mi forma natural y espontánea de expresarme. Mi obra completa, de principio a fin, está formada casi toda de humor. No necesito ideas ajenas para escribir como escribo.
Apenas terminé de decir la última palabra, escuchamos el Volswagen azul  del dueño de casa. En cuanto entró me acerqué y le dije: - “Los personajes y autores de diferentes libros quieren  conversar con usted en el  jardín.
-Dígales que, no tengo ningún interés en conversar con ellos menos aún en los patios de mi mansión. Además, ¿no le he dicho en repetidas oportunidades que no invite a nadie a
la Parcela? ¡Hasta cuando me desobedece!
Fue el momento preciso que Mogwli y Bahérha treparon por la orilla del muro de la noria y salieron a la superficie y, él los vio. Comencé a tiritar…
-¡¿Qué hace ese cabro chico y el animal en el pozo?! Saque de inmediato a toda esta gente de mi casa. No los quiero ver cuando despierte. Yo me tengo que ir a dormir siesta y, partió sin saludar a nadie.
Nos reunimos todos y se nos ocurrió ir en el Volswagen. A pasarlo chancho pues, nadie andaba en vehículo. Echamos a andar el motor conectando un par de alambritos. Algunos personajes, se fueron navegando a través del viento sujetos  al techo y a los parachoques para que cupiéramos todos. Nos fuimos a un café  a celebrar todo lo que habíamos descubierto. Más tarde, le hicimos una llave y lo regalamos a un orfanato de niños huérfanos.
Por el camino, Fiammetta obsesiva, me siguió interrogando: -¿A quién está dirigida “Poesía de Punta”?
-Está dirigida a los Gobernantes, para que en sus mandatos gobiernen en forma más humanitaria a su pueblo y, para que los políticos no se ufanen tanto de sus logros exitistas.
-¿Dónde se encuentra tu poesía?
-Guardada bajo siete llaves en los bolsillos de los políticos.
-¿Por qué?
-Porque es esencialmente “una ventana que se abre a Dios”. Un niño que maneja un Rayo de Luz que, se posa con destreza en las infinitas miserias del poder, sin rencor ni resentimiento sino mas bien, con humor y sabiduría.¿¡¡Cómo no se van a escandalizar frente a un niño Fiammetta, que les rompe todos sus esquemas poco humanitarios!!?
-¡Yo se los voy a ir a sacar de sus bolsillos ¡ y, partió tan rauda que, ni siquiera le pude agarrar el vestido que llevaba puesto para detenerla. ¿Lo logrará? entonces, suspiré y me dije a mi misma: Si hubieran más Fiammettas en este mundo tan decididas y valientes como ella, viviríamos mucho más felices y contentas. Chao Fiammetta.

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