jueves, 20 de febrero de 2014

Mirta Gaziano



Amelia  Mirta Gaziano

Con sandalias rojas de tiritas finas, la pollerita corta, muy corta, así vestía ella y se movía, daba saltos y levantaba los brazos, los tamborines y parches marcaban bien el ritmo y ella lo seguía, miraba al frente desafiante, fijándose en los otros, los sonrientes que la miraban y la aplaudían, seguía así, en medio de la calle anticipados los pasos al resto de los murgueros, a los preparados para la danza.
Ella no pertenecía al grupo, pero ocupó ese lugar…
Adelante, primera, graciosa, blandiendo un pañuelo rosa, haciendo sacudir su sombrero demasiado grande para su cabecita menuda…
Feliz, con temblores de energía, vibrátil y cadenciosa, iba al frente, unos metros adelante del estandarte de lentejuelas, de los primeros tambores, de la reina de la murga, ¡ella era la reina!!! la sin elegir, la autoconvocada, sin dueño, sin patrones.
Pasaba el día entero pensando,
el día entero buscando los atuendos y así como los hallaba en la vieja maleta, hechos un verdadero manantial de arrugas se lo ponía, la pollerita breve, que dejaba al aire sus moldeadas piernas , luego los zapatitos rojos de tiritas…
Con extremado rojo labial en la boca, azules violáceos en los ojos, carmín en las mejillas y el sombrero, gracioso, firme y abrochado con hebillas dejaban ver por los costados los largos cabellos sin peinar.
Pero ella, borracha de felicidad, expuesta, sola, enorme en su propósito, enarbolaba e inauguraba la fantasía del carnaval de entregas y pasiones.
Vayamos con ella…
detrás, sigamos su rumbo, su baile, su desenfado y compartamos el frenesí el juego de magia y resplandor de una candela, una mariposa que solo vive un día, un estallido de placer y la  majestuosa libertad del cuerpo en medio de la gloriosa fantasía, vivir, ser reina por un día, ser amada y vista por un día…
¡¡¡Vamos Amelia, vamos todavía!!!

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