viernes, 6 de mayo de 2011

JOSÉ VÍCTOR GIL





Mezcla lista
El albañil incorporó en el vaso de la licuadora leche, azúcar, chocolate, plátano y cemento. Los licuó. Luego sirvió el licuado en un vaso de cristal y se lo llevó a su jefe, como un gesto de demostración de que no había mayor problema por la falta de pagos.

Apuesta 
Lanzaron los dados para ver quién amaba más. Quedaron flotando para siempre.

Perdonada 
Ella lo confesó todo. Lo necesitaba. Tenía tantas cosas acumuladas que su conciencia era un bloque de hormigón. Se ubicó en el reclinatorio del confesionario, no esperó ni medio segundo cuando a través de la rejilla y entre sollozos lo soltó todo. Al final agarró su bolso, y salió del confesionario con la misma velocidad con la que había llegado. Avergonzada pero aliviada. Alejándose rápidamente del confesionario. Del confesionario vacío.

La carta robada
A sabiendas de que no era para él, abrió la enésima carta, con el único objetivo de evitar suicidarse.

Obra nueva 
El albañil contemplaba su casa desde fuera, al tiempo que pensaba que su amada lo había dejado. La contemplaba con minuciosidad de arriba abajo. Entonces agarró el mazo que tenía a sus pies y con la misma paciencia con la que había construido la casa, comenzó a demolerla.

Percusiones
 
Ella le dijo que amaba la música de tambores, y desde entonces el corazón de él redobla.

Robo 
El hombre entró por la ventana en la casa deshabitada. Se dirigió al salón, quitó el cuadro y accedió a la caja fuerte. La abrió con una facilidad increíble. Sustrajo lo que estaba buscando. Cerró la caja, dejó todo en orden y salió por la misma ventana. Acto seguido cogió las llaves que había sacado de la caja fuerte, abrió la puerta y entró de nuevo a su casa.

Vacío
Era la habitación más grande en la que nunca había estado. Ella intentaba reconocer aquella inmensidad. La almohada también era enorme; y las sábanas, tanto, que pesaban mucho. Intentó acceder a la lámpara para completar la escasa luz que se filtraba por aquellas ventanas tan amplias, pero la mano no le alcanzó. Entonces estiró la mano hacia el otro lado de la cama. Y encontró el hueco aún más grande que había allí.

Posdata 
El sobre estaba vacío.

El rojo más deseado 
La sangre sobre la nieve es más roja que cuando está dentro del cuerpo. A esa conclusión y lleno de éxtasis llegó él, mientras se desangraba después de recibir un disparo como consecuencia de su huída por haber robado por enésima vez, o quizás por última vez, el rojísimo rubí de la joyería Las Cerezas.

Amenaza
 
Las escuadras le dijeron a la regla: tomaremos medidas.

Bella 
Quería estar más bella que nunca. Por eso tejía en su cabellera la trenza más perfecta, más larga y elaborada. Cuando la terminó, observó con detenimiento lo que ella consideraba su obra maestra. Al llegar la noche acudió a verlo. Más guapa que nunca, más radiante que nunca, más entregada que nunca, a pesar de que él no la merecía en absoluto. A la mañana siguiente, ella, delicadamente deshizo su trenza y se marchó. Y a él lo encontraron, ahorcado, sin que pudiera determinarse el arma del crimen.

Cosquillas
 
El lápiz, que afiló mal su punta, inició el trazo.

La respuesta 
La mosca se posó en la ventana. El hombre levantó el matamoscas, y antes de proceder, le preguntó por qué las moscas siempre hacían tantas asquerosidades. Inesperadamente, la mosca le respondió con otra pregunta: ¿Por qué los humanos siempre hacen tantas asquerosidades? El hombre quedó atónito, y en el acto, y mientras le gritaba enfadado: ¿¡Cuáles asquerosidades!?, la aplastó.

Nuevo agujero de ozono 
 Como era un romántico, estiró el brazo para bajarle una estrella, pero no calculó bien la altura.

Punto y coma
Los acentos, las comillas, los paréntesis, todos los signos, acudieron a la boda del año.

Enemistad
Las tijeras decidieron cortar.

(México)

Publicados en la revista virtual Con voz propia, dirigida por Analía Pescaner

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