sábado, 1 de noviembre de 2008

CARLOS DRUMMOND de ANDRADE


LA BAILARINA Y EL MURCIÉLAGO

Hay un murciélago volando de madrugada por la calle Montenegro. Siempre después de las dos, nunca después de las cuatro.
Escoge entre ventanas abiertas y entra en dormitorios de jovencitas, para chuparles la sangre. Hace esto tan suavemente que la víctima no despierta, y sólo por la mañana, al levantarse, siente ardor en un pequeño punto amoratado del cuello.
Hay quien discute la identidad del animal, y afirma que se trata de un vampiro humano, como los hay en Transilvania. Falta consistencia a la afirmación, pues ningún hombre llegaría al séptimo piso, subiendo por la fachada de los edificios.
Muchos moradores ya vieron al murciélago e intentaron matarlo. Él escapa y se diría que no teme represalias, pues regresó por tercera vez al dormitorio de Hercilia Fontamara, bailarina del Teatro Municipal.
A los periodistas, Hercilia declaró que comienza a habituarse al hecho de ser visitada por un murciélago que le extrae algunas gotas de sangre sin mayor daño. Ella observó que, a partir de la primera visita, aumentó su flexibilidad muscular en los ensayos, y que nunca bailó tan bien como de ahí en adelante. Espera tener un desempeño perfecto en la presentación de "Giselle", si en la noche de la víspera le ofrece un poco de sí misma al estimulante quiróptero.


(Brasil)

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