jueves, 27 de junio de 2019

Arturo Raúl López


AGUA 
Arturo Raúl López

¿Para qué escribir?...¡Valiente ridiculez!...
Quiero convencerme a mí mismo de lo que ya estoy convencido…
Y quiero tratar de entender lo que entiendo perfectamente…y que pese a todo, no entiendo…
Triste remedio mejorado del suplicio de Tántalo: teniendo a mano agua, la dejé escurrir entre mis dedos, estando sediento. Y estaba al alcance de mis labios…
Cuándo la tenía, la dejé escapar y ahora que escapó, siento que la preciso. Como antes. Como siempre…
Agua… Agua…
¿Por qué? ¿Por qué?
Las nubes, que todo lo envuelven como manto de algodón, saben de mi pena. Ellas, que conocen los secretos que el día le cuenta a la noche y ésta encierra en el seno de la tierra…
Ellas, que saben de las confesiones que la luna le arranca al sol cuándo éste se halla convaleciente luego del algún eclipse…
También ellas tienen su penas. Por ello desaparecen en brazos  del viento, para ocultar su dolor.
El viento, ¡un enemigo a muerte que las ayuda a huir!...
Son las nubes, si, las que entienden mi pesar. Lo entienden porque nuestro pesar es el mismo.
Como yo, están solas, precisan compañía…Aunque, como yo, se encuentren acompañadas, rodeadas de semejantes…
Tal vez algún día las nubes encuentren -¿o por qué no “re-encuentren”- esa compañía esperada. Entonces chocarán, y llorando de felicidad, se transformarán en llanto. O lluvia. ¡Que al fin también es agua!.
Quizá no la encuentren. Entonces, en brazos de su benefactor enemigo -Eolo- se dejarán llevar hacia el infinito, hacia los espacios siderales, hasta llegar quién sabe dónde…Tal vez a otros mundos, en dónde hallarán nuevos secretos de nuevos soles y lunas, de días y noches. Más a lo mejor, esos mundos no tienen luz. Sería la noche eterna.
O quizás allí se  haya sobrepasado ya el período de las sombras y las penas.
                           
                                                                                                                          30/12/1949

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