miércoles, 20 de febrero de 2019

Carlos Margiotta


Escribimos para ser leídos  
Carlos Margiotta

El escritor escribe sobre los restos, sobre los desechos
olvidados de la experiencia humana, sobre los fragmentos dispersos de su mundo interno, e indaga sobre ellos para unirlos y transformarlos en una obra literaria.

El escritor es una persona que escribe no sólo con la pluma sino con sus entrañas.

El escritor es como un ciruja que busca palabras perdidas. Palabras que nunca encintrará porque se han perdido para siempre como el ayer.

El escritor no crea, recrea imágenes, sentimientos y pensamientos que han sido inscriptos en el inconsciente desde el origen histórico del genero humano.

En el proceso de creación literaria, primero hay que dejar escribir a la mano libremente, permitir que fluyan sin censura las ideas y las imágenes que uno quiere mostrar. Después hay que dejarlas reposar sobre el papel y finalmente analizarlas y corregirlas.

Cuando uno se siente invadido por un sentimiento muy fuerte e intenso no es posible encontrar las palabras adecuadas para expresarlo. Es necesario dejar morir lo que se siente pararevivirlos después y escribirlo.

La literatura es ficción y cuando esta bien escrita parece una realidad objetiva. Lo contrario ocurre si miramos la realidad cotidiana de los argentinos donde la realidad es tan
increíble que parece ficción.

La literatura es la otra realidad, o mejor dicho la anti-realidad de la realidad misma.
La realidad no se escribe, se vive y el escritor escribe como vive.

Escribir no es sólo una vocación, o un oficio, es por sobretodo un destino.

Toda obra literaria tiene algo de autobiografía, que así como la desconoce, la cuenta.
Escribir es sacar a pasear los propios fantasmas para que jueguen sobre el papel
disfrazados de palabras.

Después se encontrarán con los fantasmas del lector donde volverán a escribirse.
Cuando uno encuentra a un personaje, éste se independiza de su creador para terminar
llevándolo de la mano.
La literatura y la poesía no se entienden sólo desde la inteligencia sino desde
el corazón.

La diferencia entre la literatura y la poesía consiste en que la primera nace después del
lenguaje y la segunda mucho antes.

No hay que tomarse en serio lo que uno escribe sino la literatura es sí misma.
Un escritor no debe preocuparse por el tiempo que esta sin escribir, un escritor
escribe siempre.

Cuando más zonas oscuras y huecos haya en un relato, más puede imaginarse el lector.
La lectura tiene que ver con el placer. Escribir con el sufrimiento de crear.
Los escritores son grandes tímidos y mejores mentirosos.

Mis padres me regalaron un estuche con cien palabras para sobrevivir, decía el texto
dorado escrito sobre la cubierta, y las guardé. Cuando terminé de aprenderlas me di cuenta que nunca me alcanzarían para decir lo que quería decir.

Para la mirada de un escritor cada hecho cotidiano, simple e intrascendente, contiene una historia que puja por ser contada.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras, sin embargo la palabra mamá
incluye infinitas imágenes

Los escritores son libres cuando escriben frente al papel. En ese lugar pueden transformar la realidad en sueños y estos en la realidad.

Escribir es detener el mundo entre paréntesis, y uno está afuera del mundo, sin hambre, sin sed, sin necesidades. Sólo existe una compulsión de palabras que brotan para ser elegidas.

No escribo para comunicarme, ni para contribuir a la cultura nacional, tampoco lo hago para trascender ni ser reconocido.

No guardo mis escritos en un cajón para que descanse en mi narcisismo. Escribir es  exponerse a la crítica de los otros. Solo escribo para ser leído.

No me importa si lo que escribo es bueno ni malo, sólo escribo porque me gusta.

El escritor se mueve en una incertidumbre que le agota los nervios hasta que se encuentra con las palabras adecuadas que lo albergaran, sólo esas palabras y ninguna otras.

Si no podemos escribir sobre el amor sin haber amado, ni sobre el odio sin haber odiado, ni de la muerte sin haber muerto, entonces podemos imaginarlo.

Tengo la impresión de que todo ha sido escrito y por lo tanto abandono la tarea de escribir, pero al mismo tiempo creo que nada ha sido dicho, y me pongo a escribirlo.

Siempre escribimos sobre el mismo tema y contamos lo mismo de diferentes maneras en una eterna reiteración.

Cuando sentimos que las palabras nos cansan o nos aburren, lo mejor es no escribir nada.
Las palabras aparecen en un lugar casi sagrado que existe entre el cuerpo y el alma, por eso no escribimos sólo con el intelecto ni sólo con el corazón. Escribimos con las entrañas.

A veces sabemos por donde empezar un relato, o por donde terminarlo, otras veces
tenemos frases sueltas alrededor de las cuales construimos una historia.

Escritor, no hay palabras. Se hace palabra al andar.

Hay palabras que nos marcaron con un trazo en la piel, son los trazos a los que siempre volvemos buscando nuestras propias huellas.

Las palabras dicen y callan, muestran y ocultan, curan y enferman, son contenido y
continente, son una y ambas.

No hay comentarios: