viernes, 23 de noviembre de 2012

MIRTA SOLER



LOS ÚLTIMOS HUMANOS  

Escaleras de hospital... arriba y el tiempo se escapa. Mascaras vivientes que intentan conservar la humanidad, suma de átomos conformando materia ósea, cubiertos por la gastada piel principio de combinaciones de la especie.
Se entrechocan los sonidos, son voces que piden compañía, cuentan historias, ríen y se quedan con su diálogo solo.
Campanitas celestiales están avisando que pronto pasará el tren, es hora de marchar, algunos se resisten, otros en un sueño dejan sus mochilas con todo lo que habían acumulado y se van, y se van extendiendo sus manos... Estaba desierta la calle, los pocos habitantes que deambulan desconsolados. Atónitos se quedaron al ver un ángel que descendía desde el cielo con la llave del abismo y una gran cadena en la mano sobre el campo de guerra, allí donde la muerte, la bronca, el llanto y el odio se habían instalado.
Los monitores en el Planeta Chenson reciben estas imágenes terrestres, los científicos analizan minuto a minuto lo que estaba sucediendo, el dragón en danza triunfal airoso y soberbio  desafía a la serpiente que ondulante y  prepotente se enfrenta en un juego mortal, sin importarle nada ni nadie solamente  en su condiciones de poder vencer y mostrarse ser el mejor, sus objetivos  vencer, matar, dominar, exterminar y para luego descansar ambos bajo el solo llenos de gozo y felices  compartiendo el ideal.
Planeta Chenson, distante a millones de kilómetros, que podemos hacer se están preguntando los científicos metálicos para detener al dragón y a la serpiente... los humanos ya no pueden vivir, respirar, comer, seguir su evolución, debemos capturar a las bestias, esa civilización nos interesa salvar.
Mediante un llamado solidario  desde Chenson se escuchan las sirenas con urgencia, habitantes de otras galaxias advierten el pedido  y están a disposición de los terrestres.
Los árboles y la vegetación se desvanecía, los animales agonizaban, el aire contaminado no permitía ya la vida, el agua imposible de beber, estallidos, misiles, fuego mucho fuego, dolor, muerte, todo ya era gris, el planeta  estaba desolado, solo eran ya agujeros, ventanas, puertas, edificios, silencio, y mas silencio, ya nadie reclamaba nada, nadie decía nada, solo se escuchaba respirar en aquel hospital perdido en medio del desbastado planeta, se apagó la luz, los científicos  no pudieron seguir con la investigación, las imágenes se perdieron en de los monitores, al apagarse la luz, la especie en cuestión se desintegró en el espacio.

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