viernes, 12 de febrero de 2010

EDGAR BASTIDAS URRESTY

LA METAMORFOSIS

La metamorfosis, que etimológicamente significa más allá de la forma, es la transformación de una cosa en otra, o el cambio que se produce en el carácter o el estado de una persona.
En principio corresponde a la transformación del cuerpo y del modo de vida de ciertos vertebrados como los anfibios y ciertos insectos, durante su desarrollo.
La metamorfosis en la rana, por ejemplo, se da a partir de su estado de larva, por el cambio de sus órganos.
Este fenómeno que, al comienzo interesó a la ciencia luego atrajo a los escritores. En el año 102 d. J.C. el poeta latino Ovidio en su libro Las Metamorfosis, en una de las historias, cuenta las trasformaciones de un ser humano al convertirse sucesivamente en piedra, vegetal y animal.
La metamorfosis, de Kafka por su parte, narra la mutación que sufre Gregorio Samsa al convertirse un día en un escarabajo gigante, figura que expresa el rechazo a la relación autoritaria de su padre y la incomprensión de sus semejantes.
El símil es válido para todos aquellos que viven una vida inhumana, miserable.
Pero más allá de las ficciones, los seres humanos experimentan trasformaciones de diversa índole, que comienzan desde el momento de la concepción.
Por nacer sin mayores diferenciaciones físicas las madres caen en la confusión, y en la clínica toman al bebé que no es el suyo. Pero cuando los niños llegan a cierta edad y no muestran ningún rasgo del padre, este empieza a desconfiar y finalmente cree que le han dado gato por liebre, y abandona a la madre y al hijo ilegítimo.
Los cambios físicos son grandes y muchos humanos se vuelven irreconocibles. No sólo por los nombres raros con que los bautizaron sino por las nuevas fisonomías. Hay hombres lobos, otros tienen cabeza de caballo, de cerdo, o pelo de puerco espín. El rostro del escritor Samuel Beckett es aguileño, y no faltan quienes parecen ser hijos del diablo.
Se conocen casos de parejas en los que luego de muchos años de convivencia, la mujer adquiere los rasgos físicos del marido, o este los de aquella, o se convierten en un híbrido racial.
Hay quienes se trasforman totalmente tomando licor y se justifican recitando los versos de Baudelaire: "siempre hay que estar ebrio. Para no sentir el horrible fardo del tiempo, que os quebranta los hombros y os doblega hacia el polvo. De vino, de poesía o de virtud, a vuestro antojo".
Hay mujeres de perfil de pescado que toman con tanta naturalidad el papel que se convierten en anfibios. Otras cantan e imitan a los mirlos para justificar sus delgadas piernas.
El tamaño diminuto y el canto del gorrión han servido para llamar así a Edith Piaf.
Algunas mujeres con figura de brujas aprovechan el Haloween para animar la fiesta y ganar unos pesos pero cuando son obligadas a volar, caen a tierra por las leyes de la gravedad.




-del libro: Historias de humor-

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