viernes, 12 de febrero de 2010

ALICIA CHILIFONI

EL EVANGELIO DE HOY

-¡Qué olor a Navidad! -
-¿Cómo es el olor a Navidad? -
-Olor a viejo y a tierra. -
Y la naricita de Malén se hunde en la guirnalda de falso muérdago plástico. Estuvo todo guardado durante un año. Los meses volaron. Cada vez corren más rápido. Debe ser porque tienen mucha práctica.
Hoy es 8 de diciembre, se abren las cajas. Navidad es vida nueva, renacer; y renacer mejores, sinó para qué. Por eso para mí todos los días es navidad: ver el sol, el limonero con frutos y azahares, el verde, y hasta las hormigas que remozan su hormiguero cada día, pese a que las combato tenaz y sistemática.
Sí. Salgo al jardín cada mañana, al acecho de cosas buenas. Y busco en la calle, en el chimentito apurado con la vecina, o el ocasional vendedor ambulante, en la radio, hasta encontrar algo gratificante. De atrocidades ya estoy hasta la coronilla. Me esmero en encontrar algo alentador. Y no es porque escaseen las buenas noticias. Es que simplemente no tienen prensa, no "hacen ruido", y por ende no tienen eco en los medios masivos. Es preciso buscar con ahínco, con fe en hallarlas. Quiero ver el cosmos, que es armonía, adorno, por delante del caos, que es desastre. Pero nunca la primera plana muestra un titular positivo. Aún la novedad auspiciosa aparece vestida de negativa.
Evangelio es buena noticia, buena nueva. Eso busco cada vez que amanezco: el evangelio del día. Y lo busco para ayudar a que lo sepa más gente.
Si alguna vez se me dio esto de escribir sentires y emociones, sin proponérmelo, fui variando temas y enfoques.
Sucede que la vocación, en la mayoría de nosotros, es algo dinámico. Es raro que alguien tenga certeza, desde temprana edad, acerca de qué quiere ser, y logre vivir haciendo lo que quiso desde siempre, y eso lo haga feliz.
Por lo general, vamos buscando en nuestro camino, con sed, aquello que nos sacie. Y nunca llegamos. Me recuerda la frase de Julio Cortázar "andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos".
Así voy, sin pensar en vocaciones, acercándome a la felicidad, que anida en el servir.
Y hoy me siento como tomando conciencia de que, en esta etapa, mi vocación es de evangelista. Evangelista tan viva como imperfecta, para nada embalsamada en páginas amarillas con olor a viejo y a tierra, como el pesebre de Malén.
El evangelio del domingo fue la coronación del Rey Indio. ¡Ah, si Belgrano lo viera! No mentir, no robar, no ser "flojo" (haragán), esas premisas son las tres patas del trono de Evo. El de ayer, asomó apenas, como el descubrimiento de la proteína causante de los males de Parkinson y Alsaimer, por parte del Centro de Investigaciones Biomoleculares de la Universidad de Rosario, dependiente del Conicet. Tal hallazgo permite la elaboración del medicamento capaz de impedir la aparición de tal proteína.
Igual, cada día, cada acontecer que tienda a equilibrar la balanza, como eso de anteponer la pertenencia a la tierra (mapu) de la che (gente), ya que mapuche significa gente de la tierra, a los títulos de propiedad que impuso luego el sistema venido del viejo mundo.
Una cosa es convivir como parte de ella, amándola y cuidándola, hasta que la muerte los asimile a ella, en una unión perfecta; y otra cosa muy distinta es comprarla con dinero y usarla, como si fuera una simple cosa. Una cosa es decir pertenezco a la tierra, y otra muy distinta, este pedazo de tierra me pertenece.
Estas palabras salen ahora de mi receptor de radio. El que habla es Fidel Colicán, warquen de la confederación mapuche, refiriéndose a la zona de Villa La Angostura, en Neuquén. Hace más de cuarenta años fueron confinados hacia las cumbres, en un territorio de siete mil hectáreas, paradisíacas. Hoy sólo le quedan doscientos cincuenta de las siete mil. Los "notables" compran todo, con dinero. ¿Que dónde está la buena noticia? Primero en que existe una emisora que me trae su voz. Segundo, que vos también te estás enterando; o sea, ya somos, por lo menos, dos. Tercero y fundamental, en que siguen luchando por lo suyo con los medios a su alcance. En paz, pero de pie, diciendo a quien pueda y quiera oír su grito sagrado, petú mogue lein, aún estamos vivos.

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